Una producción renovable con almacenamiento insuficiente, un aumento de la demanda de gas mundial (al ir sustituyéndose progresivamente en todo el mundo el fuel y carbón por gas natural para reducir la huella de carbono), un aumento constante de los impuestos al CO2 y una situación geopolítica explosiva nos han llevado a esta situación.
Y esta será la tendencia que tendremos en los próximos años, hasta que haya suficiente producción renovable con almacenamiento para que el gas no sea necesario en la producción eléctrica. Los mercados a futuros prevén 40€/MWh frente a los más de 300€/MWh actuales, sin duda porque descuentan este efecto de las renovables, demostrando su confianza en las políticas energéticas actuales.
Aunque de una manera desproporcionada, el mercado está dando las señales adecuadas para que aumenten las inversiones en renovables. Al fin y al cabo este es el objetivo del sistema marginal que tenemos, dictado por la CE: todos los productores cobran el mismo precio, por lo que quienes producen a menor precio obtienen las mayores ganancias. Así, todos saben qué tecnología es la que da más beneficio y, por lo tanto, en qué tecnología hay que invertir: la fotovoltaica y la eólica.
Sin duda, la fotovoltaica es ahora mismo la tecnología renovable y eficiente más accesible para los baleares. Mantener la demanda de nuestros hogares y empresas con los precios actuales supone un sobrecoste excepcional que puede ser mitigado mediante el autoconsumo, ya sea individual o colectivo. Si se ajusta al consumo, resulta una inversión segura pues el coste de la energía autoproducida siempre será inferior al de la factura eléctrica. Y más ahora con las subvenciones que el Govern ha lanzado recientemente.
Pero para complementar el autoconsumo sin duda necesitaremos también parques solares y, en zonas con alta demanda eléctrica y de calor o frío, pequeñas cogeneraciones con gas natural. Estas últimas permitirán cubrir la demanda independientemente de las condiciones climáticas con una eficiencia de cerca del 90%. La CE ha reconocido recientemente la necesidad de incluir en la transición energética los motores de gas natural de alta eficiencia con muy bajas emisiones de CO2 (lo que se consigue tanto con la cogeneración como con sistemas de captura de carbono). Como ejemplo, ninguna de las actuales centrales eléctricas con gas natural de las Balears cumple estos requisitos para ser considerados como “verdes”.
Sustituir los árboles por paneles solares en grandes extensiones está provocando un cierto rechazo social. Necesitamos políticas que ayuden a integrar estos parques en la ciudadanía. Ahora mismo estamos en un terreno altamente especulativo, que hace que sean grandes fondos de inversión los actores principales. La razón principal es que el mercado no valora la energía renovable, le obliga a entrar en el pool a 0€. Esto es tan absurdo que resulta que el negocio perfecto para los parques solares es que en su conjunto nunca lleguen a producir lo suficiente y sea necesario que entre una tecnología más cara para fijar el precio a cobrar. Así, por ejemplo, hoy el precio medio supera los 300€/MWh, pero si hubiese una producción renovable suficiente el precio sería casi 0€/MWh. Con esta perspectiva, al Gobierno bien que le interesaba mantener este sistema de precios. Sin embargo, el cúmulo de causas descritas al principio del artículo ha llevado a lo contrario. Que una energía muy barata cobre mucho. Y ahora sí que han puesto el grito en el cielo… Lo que demuestra que el interés no es dar un precio justo a la energía, sino pagar lo menos posible por ella y que cada palo aguante su vela… Es extraño que cuando queremos realizar una transición hacia generación sin emisiones no pretendamos pagar el precio justo de la energía. Es algo que, sin embargo, sí sucede con las centrales de combustibles fósiles, que tienen una retribución asegurada.
Además, en Balears, el coste de generación convencional es más caro que en la península y este sobrecoste va a cargo de los Presupuestos Generales. Sin embargo, la retribución de la generación renovable es la misma que en la península y no se valora el sobrecoste que ayuda a reducir. Una vez más el Estado busca únicamente pagar lo menos posible sin valorar otras aportaciones cuyo reconocimiento ayudaría sin duda a una mayor inversión.
Recientemente, el gobierno ha sacado unas subastas de renovables donde al menos reconoce un precio fijo durante 12 años, al margen del precio del mercado. Además, tienen un cupo de potencia para aquellos parques menores de 5 ha con participación local. Pero son solo para la península, cuando creo que este es el camino a seguir para favorecer la economía local: reconocer un precio justo a la energía producida y favorecer la participación local. Esta seguridad en una retribución, aunque baja al ser una actividad de bajo riesgo, favorecería mucho la inversión local y evitaría la creciente animadversión a este tipo de instalaciones, en un mercado tan importante como es el energético. Especialmente en las islas.
Si no entendemos que la energía tiene un precio solo conseguiremos que este espacio de generación distribuida lo ocupen fondos de inversión ajenos a la localidad.l