Por quinto año consecutivo comparto mis reflexiones con los lectores de El Económico con la certeza de que un puntal decisivo del sistema turístico como es el sector hotelero, al que pertenezco, en el que ejerzo y me siento tan orgullosa de representar, ha afrontado durante este lustro la etapa más disruptiva de su historia.
Más adelante me centraré en lo que ha supuesto 2021, pero no solo desde el punto de vista de relato de los hechos acontecidos como oportunidad perdida por causas cortoplacistas. Sino desde la perspectiva del análisis que profundiza y extrae aquello que, aun permaneciendo pendiente, estamos a tiempo de corregir y priorizar en nuestra estrategia, como uno de los principales destinos turísticos del arco mediterráneo y que, a partir del mes de junio, también afronta otro hito, al conectarse de forma directa por primera vez en su historia con EE UU, a través de los vuelos comercializados por American Airlines.
Un zoom que se amplía y que nos exige mantener la excelencia, a pesar también de tener que afrontar la subida galopante de los costes empresariales derivados del alza inflacionista y la situación geopolítica. Principalmente porque nuestro objetivo es seguir consolidando desde la estrategia empresarial y la colaboración público-privada la recuperación iniciada en 2021 para elevar nuestro posicionamiento en términos de competitividad. Un resultado que debe medirse, no por lo que les haya sucedido o cómo hayan actuado nuestros destinos competidores, sino por cuáles han sido y cómo se han implementado las estrategias de actuación de nuestra comunidad.
Balears contará con la baza de destino seguro y de vanguardia siempre y cuando, además de conservar y mantener atributos que han hecho al archipiélago merecedor de un incuestionable liderazgo turístico, su estrategia proporcione a las empresas la necesaria seguridad jurídica que acompañe la inversión, mejore el entorno de negocio y aplique planes de formación y estímulo de la productividad con repercusión en la mejora del capital humano.
Llegados a este punto hay cuestiones que es necesario poder abordar por su repercusión en el momento actual y perspectivas futuras, como es la formación ligada a la productividad y su efecto palanca en la innovación etc.
Recientemente la Fundación Impulsa Balears presentó la actualización del Índice de Competitividad Turística, que fijó la posición de Balears como la 6ª región con mayor potencial de un total de 315 regiones turísticamente activas.
El resultado procede de las posiciones favorables obtenidas en la priorización del turismo (2ª), transporte aéreo (7ª), equipamientos turísticos (6ª), quiero resaltar la importancia de la diversidad y calidad de la oferta alojativa que hay que mantener como una de las grandes fortalezas del destino, y los recursos naturales (20ª). Por el contrario, tenemos escollos importantes en entorno de negocio (242ª), capital humano, productividad y mercado laboral (202ª), ordenación del espacio turístico (176ª) y en integración tecnológica (127ª).
Lo medible no es opinable y gracias al Índice de Competitividad Turística sabemos exactamente en qué hay que mejorar y qué hay que preservar para mantener y aspirar a superar posiciones.
Las regiones que más avanzan son las altamente especializadas y nosotros lo somos. En Balears es innegable la fortaleza del sector turístico que tira del conjunto de la economía y del empleo. A las puertas de poder recuperar la temporada turística -ya veremos en qué condiciones transcurre esta, teniendo en cuenta el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que altera la estabilidad europea y el orden mundial-, seguimos teniendo una carencia importantísima de capital humano.
La necesidad de más y mejor formación de los trabajadores requiere nuevas estrategias en el diseño de planes formativos y uso de las herramientas tecnológicas aplicadas a las metodologías formativas que redunden en un refuerzo de la captación y retención del talento que, sumado a una reivindicación ya histórica, de acercar los planes de estudios a la realidad empresarial, está creando problemas a varios sectores y especialmente al turístico. Tampoco ha ayudado la poca consideración de nuestros máximos representantes al manifestar públicamente “que aportamos poco valor” a pesar de ser el sector que más contribuye al PIB nacional y autonómico por el que somos conocidos como una potencia a nivel mundial.
Sin olvidar el esfuerzo empresarial que lleva aparejada la reforma laboral que tenemos que aplicar en un tejido productivo económicamente muy dañado y que nos estamos recuperando de quiebras de TTOO, de un “año cero” en turismo en 2020 y de una temporada corta e irregular en 2021 donde se luchó por la supervivencia y el remonte de las empresas.
Solo a través de la colaboración público-privada, visitantes y residentes podrán percibir cómo mejorar la productividad y aumentar competitividad del destino, su bienestar social y la experiencia turística. Lo idóneo sería que, desde el respeto, pudiéramos continuar con esta dinámica y no solamente rescatarla en situaciones de extremada complicación como la provocada por la pandemia.
Una vez más desde nuestro sector y si se dan las premisas anteriores, lanzamos el guante para firmar un pacto de país a favor de una formación actualizada, con más atractivo, más real y orientada a la aplicación práctica del conocimiento ligada a la productividad. Afrontamos una época en la que no debemos dejar pasar ninguna oportunidad y este es el momento de arremangarnos para lograr este pacto de país que supondrá un cambio cultural de calado y que los fondos europeos Next Generation deben propiciar y acelerar vinculando a administraciones, sectores productivos y ciudadanía.
Es preciso recordar que los fondos europeos Next Generation han sido concebidos para transformar el tejido productivo, favorecer nuevos valores y maneras de entender la empresa y generar dinámicas en la sociedad.
Como consecuencia de esta pandemia que aún permanece entre nosotros y que, a pesar de los esfuerzos para vacunar al mayor número de población, no nos ha permitido recuperar la normalidad y, muy especialmente, en la actividad turística basada en la movilidad y la interacción de las personas. 2021 ha sido otro año muy complejo para la humanidad.
En el plano empresarial hemos afrontado un ejercicio caracterizado por la volatilidad con constantes altibajos en la evolución de la pandemia y en la gestión y coordinación de las fronteras que por nuestra condición de insularidad y dependencia de la conectividad aérea, han seguido poniendo a prueba nuestra resistencia, capacidad de adaptación y responsabilidad para, ante la sucesivas olas pandémicas que no cesaron durante 2021, posicionarnos como un destino seguro frente a clientes, empleados, partners y stakeholders.
Hagamos balance de 2021, pero con perspectiva: en 2019 llegaron a España 83,5 millones de turistas, en 2020 solo vinieron 19 millones y 31 en 2021. Mientras que en Mallorca de casi 12 millones apenas superamos los dos en 2020 y en 2021 los 5,8 millones. Nos queda por lo tanto recuperar el 51%.
En 2021, la planta hotelera balear acumuló 25,78 millones de pernoctaciones, pero no alcanza ni la mitad de lo que solía ser habitual: 58,11 millones de pernoctaciones y sin embargo el sector hotelero arriesgó. En Mallorca abrimos un 88% de la planta pese a todas las incertidumbres. Muchos abrieron con unos niveles de reservas irrisorios, pero con la voluntad de apostar por el destino y el firme propósito de reactivarnos.
Al igual que este año 2022, que esperábamos fuese el de la recuperación y en el que vemos se ha abiertos nuevos escenarios que pueden complicar la recuperación, pero no nos rendimos. Este abril abrió el 84% de la planta mallorquina, cinco veces más de lo que conseguimos abrir en abril de 2021.
Estamos expectantes ante la guerra de Ucrania, así como de la espiral creciente de costes y de cómo los gobernantes serán capaces de gestionarlo para causar un daño posible en el tejido empresarial muy “tocado” por los efectos de la pandemia.
Como demostramos en otras ocasiones no nos rendimos y maximizaremos todas la oportunidades para seguir consolidando la recuperación y ser percibido como un destino responsable, innovador y sostenible.l