«Las start ups se diferencias de un pequeño negocio en que son modelos escalables de crecimiento rápido. Son empresas muy ágiles, que a veces no necesitan mucha inversión. Aquellos que se dedican al I+D (investigación y desarrollo), en cambio son modelos muy lentos, que pierden dinero durante los primeros cinco o seis años hasta que encuentran su modelo. Y por otro lado, el e-commerce es un modelo más rápido que requiere invertir en márketing», revela Mazoteras.
Cada modelo de negocio requiere un tipo de inversión diferente. Pese a contar con el capital, el éxito no está asegurado. De hecho, «el 60 o 70 por ciento de las start ups no llegan a la fase semilla», es decir, apenas ha salido de la casilla de salida. Según el experto, «solo una de cada diez start ups llegan a una fase económica rentable y sostenible, cumplen los seis años de vida. Pero eso no implica que cierre. Igual antes se han fusionado con otra empresa o pasa a ser un negocio normal».
La financiación de start ups puede ir desde los fondos propios al entorno más cercano, pasando por incubadoras a venture builder (una empresa que ayuda a desarrollar la idea del emprendedor).