—¿Cuándo nació el Servicio de Atención Integral en el Domicilio (SAID) y con qué objetivo?
—El SAID nació en mayo de 2017 como experiencia piloto para potenciar los servicios de ayuda a domicilio y ser una alternativa real al servicio residencial para personas mayores. Fue una apuesta muy valiente del entonces vicepresidente del IMAS, Javier de Juan, y de la Cap de Servei del área de Gent Gran, Mari Ángeles Fernández. El envejecimiento poblacional les hizo plantearse una reorientación, un giro de tuerca de nuestros servicios. El pasado 10 de febrero, celebramos en Lloseta los cinco años de este recurso que ha demostrado que vale la pena aventurarse en políticas públicas estratégicas.
—¿En qué consiste y qué diferencia hay con los Servicios de Ayuda a Domicilio que ofrecen muchos municipios de Mallorca?
—El SAID parte de una encuesta elaborada por el Observatorio de Personas Mayores de Mallorca del IMAS en 2018 y en la que el 82% de las personas de más de 65 años preguntadas expresó su deseo de envejecer en su casa y ser cuidada en su entorno cuando necesitase ayuda para llevar a cabo las actividades más básicas de la vida diaria. Eso es precisamente lo que ofrece el SAID: un tejido asistencial que parte del derecho de cada persona a decidir cómo y dónde quiere envejecer y que cubre las necesidades concretas de cada usuario. El SAID ofrece una atención personalizada y profesional, donde tanto la persona atendida como su familia son la prioridad. Nos adaptamos a los deseos, rutinas y necesidades de cada una de las personas que atendemos. Pero además, es un servicio que, con los años, aparte de expandirse y crecer en usuarios y profesionales, ha ampliado los perfiles de las personas que atiende y se ha especializado. En el IMAS apostamos por la transversalidad, y el SAID no es una excepción, queremos mejorar la calidad de vida tanto de las personas que atendemos como de sus familiares, derivándolos a otros servicios de la institución.
—¿La gente mayor prefiere quedarse en casa o ir a una residencia?
—El modelo SAID convive perfectamente con el modelo residencial. Decantarse por uno u otro, depende de las necesidades y del estado de la persona usuaria. Las personas mayores, siempre que la salud se lo permita, por lo general prefieren quedarse en su hogar, en su pueblo o barrio, donde han vivido siempre y han desarrollado su proyecto de vida rodeados de sus vecinos y familiares. Esto fomenta el bienestar emocional.
—El envejecimiento es un gran reto, ¿hay plazas residenciales en Mallorca para todos?
—Precisamente estamos trabajando en un cambio de modelo en el que las plazas residenciales sean necesarias sólo para las personas que no pueden recibir una atención adecuada en su casa. Con el SAID logramos que aquellas personas dependientes que no requieren de una atención especializada las 24 horas del día puedan disfrutar de una vejez sana y de calidad en su domicilio sin necesidad de ingresar en un centro, si no es lo que quieren. No obstante, continuamos trabajando en la ampliación y optimización de las plazas residenciales y tenemos muy interiorizado el cambio de modelo también allí. El pasado otoño abrimos la residencia de Son Caulelles, en Marratxí, donde los usuarios viven en pequeñas unidades de convivencia de 8 personas que funcionan de manera similar a un hogar, atendidos siempre por las mismas personas. Es lo que se conoce como Modelo de Atención Centrado en la Persona, que en el IMAS aplicamos a todos nuestros recursos, servicios y programas. La novena planta de la Bonanova funciona igual y con excelentes resultados. Por eso queremos ampliar el modelo de manera paulatina a todo el centro, siguiendo por la octava. También estamos reformando la residencia Miquel Mir, de Inca, y colaborando con las obras de la residencia de Llucmajor. Además, vamos a ampliar la residencia Huialfàs, de Sa Pobla, para adaptarla al nuevo modelo y satisfacer la demanda de esta zona; tenemos prevista también la modernización del módulo D de la Llar d’Ancians, de Palma.
—¿Cuántas personas atienden este servicio en la actualidad y en cuántos municipios funciona?
—Los últimos cinco años, hemos atendido más de 870 personas y el objetivo es llegar a las mil personas usuarias. Ahora mismo estamos en 39 municipios de Mallorca. En 2020, la pandemia nos demostró que el SAID era una apuesta acertada, pues las personas usuarias pudieron continuar siendo atendidas y prácticamente no hubo ningún caso de COVID ya que sus casas eran entornos seguros. Ese hecho nos impulsó a intensificar nuestro trabajo para que el SAID fuese una realidad en toda Mallorca.
—¿Los objetivos de ampliación del servicio que proponían a principio de legislatura se están cumpliendo?
—Diría que sí. En 2017 atendíamos 69 usuarios, ahora rozamos las 900. Con la finalidad de consolidar este proyecto y otros proyectos comunitarios, disgregamos la dirección insular de Gent Gran en dos diferentes: la de Atención Sociosanitaria, encargada de gestionar las residencias y centros de día; y la de Atención Comunitaria y Proyectos Estratégicos. Durante esta legislatura hemos hecho una intensa labor de expansión, informando personalmente a responsables municipales, profesionales y asociaciones de personas mayores de las características de este programa y de los trámites a seguir para poder acceder a él. Igualmente, hemos reforzado la plantilla, pasando de 57 trabajadores en el año 2020 a los 245 actuales, y prevemos acabar el año con 300 profesionales en plantilla de diferentes perfiles profesionales. Ahora tenemos en marcha la campaña La Ayuda Invisible, para dar a conocer el SAID a potenciales usuarios desde la perspectiva de los que ya lo son. Hemos apostado por este servicio porque estamos convencidos de sus infinitos beneficios. Es un claro ejemplo de servicio del siglo XXI, triplemente sostenible desde una perspectiva medioambiental, social y económica ya que la atención en domicilio nos ahorra la construcción de nuevas infraestructuras y el consumo de territorio que eso supone. Es un servicio económico para la Administración si tenemos en cuenta que el coste de una plaza residencial oscila entre los 2.500 y los 4.000 euros, y el del SAID ronda los 1.500 euros. Favorece la conciliación, previene la soledad no deseada y la especialización. Además garantiza la especialización de la atención, los profesionales están sujetos a las condiciones de empleado público, con la estabilidad y condiciones laborales que conlleva.