«El INVOcell —explica Felipe Gallego— es un dispositivo que funciona como una especie de pequeña incubadora, pero que a diferencia de una que esté en el laboratorio, se coloca dentro del cuello uterino de la paciente, lo que permite que el desarrollo del embrión durante los primeros días tenga lugar dentro del cuerpo la mujer en lugar del laboratorio». Y añade: «Mediante el INVOcell, cuando se tiene ya el embrión (o el ovocito junto a los espermatozoides, realizándose en este caso la fecundación dentro del mismo INVOcell), éste se introduce en la primera mujer. Dentro de ella se desarrollará durante los primeros cinco días, hasta el estadío de blastocisto. En ese estadío el embrión tiene ya más de 100 células y pueden distinguirse las que formarán al futuro bebe y las que formarán la placenta». Entonces «se extrae el dispositivo, se abre en el laboratorio, se ve que embriones hay, se escoge el de mejor calidad y se transfiere a la segunda mujer de la pareja».
Esta segunda mujer será la que se quedará embarazada y tendrá al niño hasta el parto. «Este procedimiento aporta un gran valor emocional, dado que tras el nacimiento podrán decirle a su futuro hijo o hija que ha sido llevado como embrión en el cuerpo de ambas. Compartir de este modo la gestación se ha conseguido por primera vez en toda España».
El INVOcell viene a ser una pequeña incubadora que mantiene el embrión aislado, a un PH (niveles de acidez) adecuado, dentro de la mujer, a la temperatura de su cuerpo. «El procedimiento podría desarrollarse —explica Gallego— de modo que los embriones se formaran en el laboratorio o dentro del INVOcell. Por ese procedimiento —continúa— una vez formados, al día siguiente, se colocarían en el dispositivo y éste en el cuello uterino, o el mismo día que se extraen los óvulos, en el mismo quirófano, inmediatamente se introdujeran en el dispositivo con los espermatozoides y se colocaran en la paciente.»
«Así —añade el especialista— lo que es la fecundación, la formación de los embriones, no se ha dado en el laboratorio, sino en el interior del INVOcell que, a su vez, está en el interior de útero de la mujer.» Este procedimiento tiene un plus «más emocional porque la mujer se va a casa con el dispositivo en el cual se está produciendo la fecundación».
Tras cinco días, la paciente vuelve a la clínica: «Pasado ese periodo se extrae el INVOcell, donde en su interior se habrá formado el embrión y se coloca este en el útero de la segunda mujer. La ley permite, añade el biólogo, «transferir un máximo de tres embriones, aunque es algo que no recomendamos, porque el embarazo de trillizos conlleva riesgos». Es por ello que se recomienda «a la paciente que opte por un máximo de uno o de dos embriones». Los pacientes pueden decidir generar un número determinado de embriones, lo que quedará reflejado en el consentimiento informado que se leerá y firmará antes de iniciar el proceso.
En ese caso, en el dispositivo se habrán colocado uno o dos óvulos y lo máximo que se formarán serán uno o dos embriones». «El resto de ovocitos pueden ser congelados, algo que se hace también en otros tratamientos», concluye Felipe Gallego, especialista en Fecundación in Vitro y director del laboratorio de Juaneda Fertility.