¿Para qué es necesaria?
—Inicialmente se necesitaba para el mantenimiento óseo pero ahora ya hay muchas publicaciones sobre su acción preventiva y terapéutica en diversos tipos de cáncer, como el colorrectal o el de mama. Además, regula el sistema inmunitario, algo que se ha visto mucho con la COVID porque la gente que tenía la vitamina D a nivel normal lo pasaba de forma más ligera, o menos grave, y evitaba la forma persistente. También se vio que, a quien se le pautaba cuando entraba en una UCI, se le acortaba la estancia.
¿Y si hay déficit?
—Se relaciona con el dolor óseo y muscular, con fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, obesidad, síndrome metabólico (colesterol, diabetes, tensión alta) o bien alteraciones psiquiátricas como esquizofrenia y depresión. También el tema de la osteoporosis, que es especialmente delicado con la llegada de la menopausia porque hay que evitar la pérdida de masa ósea. Antes se daba calcio en alta dosis y vitamina D en baja, y ahora es al revés. Lo suyo es vitamina D, mantenimiento en valores normales, ingesta de calcio a nivel alimentación (frutos secos, pescado azul, semillas...) y también ejercicio de fuerza unos 150 minutos a la semana.
¿Ahora se prescribe más?
—Se ha notado un incremento de prescripciones desde, más o menos, 2015. Se da más que el calcio porque, en la última década, se dieron cuenta de la calcificación arterial en mujeres menopáusicas y fueron cambiando las pautas. La vitamina D es una hormona que va más allá del efecto óseo.
Se suele destacar más su importancia para las mujeres.
—A partir de los 50, o con la llegada de la menopausia, conviene conocer los valores de la vitamina D cada seis meses porque la bajada de estrógenos duele, se duerme peor, tienes sofocos... Y si la suplementas irá mucho mejor. Es como si te pones pilas. La balanza ideal es tomar el sol a diario o suplementarse, pero mucha gente no lo sabe. También es recomendable que quien tiene un sistema inmune débil se controle bien.
¿Y si se relaciona con el sol por qué hay tanto déficit?
—Hay dos tipos y corresponden a la vitamina D2 (o ergocalciferol) y la D3 (colecalciferol). La D2 se obtiene de la dieta y debe estar equilibrada. La D3 procede del sol. Se recomienda pasar de 5 a 30 minutos expuestos, tres veces por semana, en horario de 10 a 15 horas. Basta con exponer brazos y piernas, una superficie corporal del 6 % pero sin protección solar y debe ser constante. La D3 debe pasar a forma activa pero puede absorberse mal a nivel intestinal. Puede ser que tengas niveles óptimos pero que haya problemas para pasar a actividad, en este caso se receta la vitamina D ya activada.
¿Si te pasas es peligrosa?
—Puede llegar a niveles tóxicos porque es liposoluble, es decir, lo que no necesita el cuerpo no se elimina y se puede acumular a nivel hepático. Puede dañar el hígado pero sólo se vieron niveles tóxicos en un paciente de un estudio, con niveles superiores a 120 porque se entendió mal una prescripción y se tomó la solución de forma diaria.
¿Cuánto es lo óptimo?
—Los medicamentos de prescripción se toman de forma mensual o quincenal, lo pauta el médico según tu nivel. En mujeres con menopausia ya se pauta la densitometría dentro de las analíticas por protocolo.