La cuarentena a causa de la COVID-19 no fue, ni de lejos, la primera de la historia. Que aislarse funciona para evitar el contagio de enfermedades se supo también también gracias a peste o la lepra, cuyo día mundial se celebra este domingo. Lejos de ser una enfermedad propia de los tiempos bíblicos, esta patología dermatológica sufrió el año pasado un repunte que se estima del 10 %. En Baleares, según el registro estatal de lepra del Instituto de Salud Carlos III, y confirmado también por el área balear de Salut Pública, se notificaron dos casos importados el año pasado. Se trata del 20 % de los 10 episodios notificados en el país.
El Centro Nacional de Epidemiología describe también otros dos contagios en Asturias, y uno en Andalucía, Cantabria, Comunitat Valenciana, Galicia, Murcia y La Rioja, respectivamente. Es más, según la fundación Fontilles, la entidad española referente en la lucha contra la lepra desde su creación en 1909, al finalizar el año pasado, hace apenas un mes, había en el Estado 19 personas en tratamiento, cuatro de ellas en esta comunidad.
Desde mediados del siglo pasado, en Baleares se han registrado 44 casos de lepra, de los que 28 han sido autóctonos, es decir, entre personas con residencia habitual en las Islas. Estos 28 enfermos se diagnosticaron entre los años 1957 y 1998, y desde entonces, Salut no tiene más constancia de ningún contagio autóctono de lepra en Baleares.
En el mundo se registraron 140.594 nuevos casos de lepra en 2021, último año del que existe información. La cifra crece respecto a los 128.405 casos localizados en 2020, según los datos recopilados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que la fundación Fontilles ha difundido esta semana con motivo de la celebración del Día Mundial contra la Lepra, el último domingo del mes de enero. Se cree que este incremento se produce por un afloramiento de casos no detectados en 2020 por los diferentes confinamientos COVID.