En las consultas infantiles se hacen controles de oficio en las visitas ordinarias. | FREEPIK

Se le llama la pandemia silenciosa porque aunque apenas se hable de ella, cada vez está más extendida. Crecen los índices de obesidad, también entre el colectivo infantil, y aumentan también las consecuencias. «Estamos viendo una mayor cantidad de pacientes con hipertensión, pero no en formas graves o infrecuentes, sino sobre todo relacionadas con la obesidad», reconoce el doctor Javier Lumbreras, experto en nefrología pediátrica del hospital Son Espases.

La tensión arterial elevada afecta cada vez a pacientes más pequeños, «se ve en los centros de salud y también en endocrinología pediátrica», explica el experto. El motivo parece claro y se debería a los cambios que se han ido implantando en la alimentación y en el sueño, porque «dormir mal puede alterar mecanismos de saciedad e inducir a ingerir más», señala el doctor Lumbreras.

«Existe un retroceso en cuanto a hábitos dietéticos y obesidad en los niños de ahora», añade el especialista. En la sociedad occidental del siglo XXI no hay desnutrición, se come más y peor. ¿Desde cuándo? «No se puede establecer una fecha pero ha sido algo progresivo que se ha observado desde hace más de una década». La deriva ha venido de pasar de los productos mayoritariamente naturales a los procesados y también a la reducción considerable y generalizada de la actividad física.

Las guías europeas recomiendan controlar la tensión infantil a partir de los 3 años, «incluso antes si hay riesgo», en este caso estaría relacionado con otras formas más raras de hipertensión, según señala el experto.

En Balears, este control pediátrico de oficio está incluido en las visitas ordinarias desde 2018 aunque «lógicamente no solo basta con que esté escrito sino que hay que hacerlo de forma efectiva y adecuada y hay que saber interpretar los valores», añade Javier Lumbreras.

Riesgos

Con este incremento de los diagnósticos que se están reportando, crece la posibilidad de que los niños terminen siendo adultos hipertensos y eso, «es peor porque tienen más años de vida por delante y más probabilidades de acumular daño en los órganos que sufren». La hipertensión, señala este especialistas, puede dañar los riñones, tiene un riesgo cardiovascular, puede incidir en los vasos sanguíneos, el cerebro y una tensión mal controlada también se ha relacionado con una alteración de las capacidades cognitivas de los niños.