Y es que las altas temperaturas de este inicio de 2024 ha propiciado la llegada de las flores y con ellas, que los pacientes acudan antes a la consulta de los especialistas. «La sequía y las temperaturas que padecemos en febrero han propiciado un adelanto de la primavera con niveles de polen de ciprés más alto, cuando suelen ser más tardías», explica el alergólogo Alberto Oehling, del centro de alergia y asma balear.
Las condiciones meteorológicas, confirma, han adelantado la polinización y los alérgicos ya presentan síntomas. Si bien el estado de salud de quienes acuden a las consultas no es más grave de lo habitual, sí que su afección promete alargarse en el tiempo, «si la situación persiste».
Es más, si con el polen caído hubiera lluvias, «las proteínas que se liberan al aire son más alergénicas», advierte, lo que podría empeorar la situación.
Por otra parte, ése no es el único problema al que van a enfrentarse los alérgicos de las Islas pues en los meses de otoño, con el fenómeno imparable del cambio climático, la historia puede volver a repetirse. «Es cierto que en septiembre y octubre hay una segunda primavera con el tema de las gramíneas», añade el experto.
Lo que está ocurriendo este año no hace más que confirmar una tendencia que ya se vio el pasado y el anterior y que «propicia que haya más alérgicos», advierte el doctor Oehling. «Es una de las enfermedades que más aumenta su prevalencia en los últimos años. Hay 8 millones de alérgicos al polen en España», advierte. Y eso que, más allá de las respiratorias, las alimentarias también van al alza.