«¿Por qué es necesario investigar en cáncer? Porque es la lotería que más toca. Una de cada tres mujeres y uno de cada dos hombres lo padecerán y, si no hacemos nada, esto no va a cambiar». Con esta reflexión concluía este viernes su conferencia la bióloga molecular y astronauta en reserva, Sara García, que llevó por título Las nuevas estrategias contra los tumores pulmonares en el marco de laClub Ultima Hora-Valores.
Un Aljub de Es Baluard al completo enmudeció ante las explicaciones de los últimos derroteros en investigación oncológica. García es parte del equipo que ha conseguido resolver la estructura de una proteína que, en caso de eliminarse de las células cancerígenas, podrían hacer remitir una buena parte de los tumores pulmonares.
Tienen la foto del pie de la Cenicienta, y la foto del zapato que necesita, explicó, y ahora toca ir probando hasta 46 millones de fármacos, ya aprobados, para ver si alguno es el que los enlaza a ambos y permite remitir el cáncer de pulmón con una terapia personalizada, con medicina de precisión. «Tenemos librerías de compuestos y, gracias a la inteligencia artificial y a la computación, hemos podido seleccionar unos 1.100», explicó respecto a este peculiar Santo Grial.
La presidenta del Grup Serra, Carmen Serra, introdujo a la que es «una de las investigadoras más influyentes del país en estos momentos». García forma parte del equipo de Mariano Barbacid en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Este viernes «desvió su imparable trayectoria hacia el espacio para aterrizar en Baleares», señaló José Maria Vicens, presidente del Cercle Economia de Mallorca, y uno de los coorganizadores del encuentro junto con el Grupo Serra y la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Baleares.
El presidente de esta última entidad, José Reyes, destacó en su presentación que «existe un techo de cristal en la carrera investigadora y Sara García es un ejemplo de que se puede romper». Un mensaje fundamental «para la sociedad, los jóvenes y las instituciones».
Sara García Alonso realizó una introducción muy didáctica sobre las enfermedades oncológicas, «no se trata de un cáncer», incidió, «porque cada caso es diferente y no hay una solución mágica para todos. Son más de 200 enfermedades distintas», señaló.
Sin embargo todas ellas tienen una base en común: «Las células deben dividirse para reparar heridas o regenerar, es el ciclo celular, cuando sufren mutaciones se rompe el sistema de control y se dividen sin freno causando un tumor». Pero ¿por qué se vuelve cancerosa una célula? Por factores de riesgo internos como la predisposición genética o la edad ante los que «no podemos hacer nada». Y los externos como es el tabaco, la vida sedentaria o la obesidad. «Si conseguimos eliminar estos últimos y, con buenos cribados, podríamos reducir los casos de cáncer a la mitad. Si desapareciese del planeta el tabaco, habría un 30 % menos de cáncer», dijo la experta.
García también explicó las diferentes fases de desarrollo de un tumor. Generalmente «lo vemos cuando da un aviso pero la realidad es que se gesta mucho antes. El 90 % de su desarrollo permanece oculto. Por eso es importante la prevención. No se puede evitar tener cáncer pero sí disminuir los riesgos», advirtió.
En la actualidad se investiga la biopsia líquida para una detección temprana aunque los cribados son el sistema más extendido. «Una vez detectado puede iniciarse un tratamiento».
Los tumores se clasifican por el órgano de origen, explicó la investigadora, «pero también es importante subclasificarlos por moléculas». Muchos cánceres de pulmón y de páncreas, que no tienen nada que ver, «comparten el mismo evento iniciador: el gen K-RAS».
Y ahí entra en juego la terapia dirigida, o medicina de precisión, o medicina personalizada, es decir, «fármacos selectivos que atacan a las oncoproteínas específicas de este cáncer, pero no a las células sanas, esquivando los efectos secundarios».
El oncogen K-RAS es responsable del 30 % de los casos de adenocarcinoma de pulmón y centra la línea de trabajo del equipo de Sara García. En ratones ya se ha visto que si se elimina la proteína RAF1 el tumor remite y el paciente se cura.
En la actualidad «tenemos todos los datos atómicos de interacciones de estas proteínas. Resolvimos su estructura y su vulnerabilidad. Tenemos la forma del hueco y de cómo debe ser el fármaco ideal». Tienen el pie y el zapato de la Cenicienta, que les llevará, más pronto que tarde, a encontrar el fármaco ideal.
Así pues, «invertir en investigación es invertir en supervivencia», insistió la bióloga molecular, mostrando un gráfico en el que se veía que la supervivencia del cáncer en el año 1953 era del 25 % y que la estimación para 2023 alcanza el 70 %.
Mesa redonda
«El cáncer es el problema sociosanitario más importante a nivel mundial. En 2022 se diagnosticaron 90.000 personas en España y en 2030 se prevén 330.000 casos, un nuevo diagnóstico cada dos minutos», indicó Naiara Cambas, directora de la Fundación Científica AECC, durante su primera intervención en la posterior mesa redonda moderada por la directora general de Audiovisuales del Grup Serra, Paula Serra.
Para conseguir afrontarlo, «hay que apoyar a los investigadores de forma continua y estable. Somos uno de los diez países con más publicaciones a nivel mundial, ¿qué podrían conseguir con más financiación?», preguntó.
España destina el 1,4 % del Producto Interior Bruto (PIB) a la investigación, muy por debajo de la media europea del 2 %, denunció el doctor José Reyes. El presidente de la AECC en Balears recordó que «somos probablemente la entidad privada que más dinero aporta a investigación en España, con más de 100 millones de euros al año», indicó.
Bien lo sabe el doctor Ramón María Rodríguez, investigador postdoctoral en el Grupo de Lípidos en Patología Humana del Institut d’Investigació Sanitària Illes Balears (IdISBa). En la actualidad, explicó, recibe una ayuda de 200.000 euros de la AECC para avanzar en la medicina personalizada. «Para adaptar la terapia al tumor y al paciente, lo primero es identificar bien los elementos diferenciales que hace que respondan mejor o peor a la terapia». Su estudio, enfocado al tumor colorrectal, está orientado a los lípidos, o grasas, porque son muy cambiantes en los procesos tumorales. «Si trazamos bien los cambios podemos aprender mucho. Estamos analizando cientos de muestras para predecir mejor la respuesta del paciente a los tratamientos».
El doctor Rodríguez defendió que la labor del investigador «tiene muchas recompensas» y que quien sienta la vocación «debe intentarlo». Lo hizo tras una visión pesimista del sector, pues si España apenas apuesta por su talento, en Balears «sólo destinamos el 0,8 % del PIB a investigación. Y así es difícil», lamentó. «El talento se va a otros países y tampoco tienen incentivos para volver más allá del personal, es un proceso irreversible», añadió.
A su lado, Sara García le daba la razón en que la carrera de un investigador no es sencilla. «Los curriculum que se enfrentan a una sola beca son increíbles, y eso que es una, dura unos años, y luego vuelves a competir», ejemplificó.
Antes de terminar con el encuentro, la moderadora quiso averiguar algo más de la faceta menos conocida pero más popular de la principal ponente del encuentro, que además de bióloga molecular está en la reserva de la Agencia Espacial Europea.
A la pregunta de qué misión le gustaría llevar a cabo, García respondió que, aunque no está en sus manos, ella llevaría la investigación biomédica oncológica al espacio donde, por la falta de gravedad, «las células son menos invasivas y agresivas, y si supiéramos por qué quizá obtendríamos respuestas», indicó.
La probabilidad de que eso ocurra es baja o bien quedaría en manos de patrocinadores privados porque «la Agencia ha acordado un sólo viaje por año desde 2026 a 2023» y ella no es astronauta de carrera, sino de reserva.
Sin embargo, la ilusión es la que la ha llevado hasta donde está. Con apenas 34 años, Sara García pide avanzar en el conocimiento porque «no hay nada más gratificante». En un mundo donde ser mujer es todavía una rareza, les dice a las que vengan detrás que «ser científica o astronauta no tiene que ver con el género sino con el deseo de explorar», así que «no nos pongamos barreras, hay que dejarse llevar por la motivación», concluyó.