A finales del siglo XIX Mallorca tenía conexiones con los mercados internacionales.El puerto de Sóller era famoso por la exportación de cítricos a Marsella y Sète, que después se distribuían por Francia y Europa Central. | GRUP EL PUNT
Se suele comentar que la economía de Mallorca era pobre y atrasada hasta la irrupción del turismo de masas. El tópico, que todavía funciona, es falso. Y justamente la coyuntura del último tercio del siglo XIX, etapa en la que nace La Última Hora, demuestra la inexactitud de aquella visión negativa. La Mallorca que va de 1870 a 1914 atraviesa coyunturas distintas, marcadas por fases críticas –el ataque filoxérico a las viñas isleñas– o la pérdida de las últimas colonias, fenómenos que empujaron, sin duda, a procesos migratorios. Pero, a la vez, el dinamismo económico es incuestionable: una densidad bancaria elevadísima –de las más altas del Estado–; un tejido manufacturero competitivo (textiles, calzado, jabón); un sector agrario y agroindustrial nada desdeñable (harinas, licores, almendras, conservas vegetales, algarrobas, cítricos, garrofín, higos); y, como corolario, una clara conexión con los principales mercados internacionales. La crisis finisecular rompió unos años esa evolución; pero no fisuró sus bases ya existentes, sobre las que se edificaron nuevos proyectos. Éstos supusieron fábricas en Palma, Inca, Sóller, Manacor, Esporles, Lloseta, toda una configuración industrial que mantenía elevadas conexiones con el sector agrícola.