Evidencia de la tortuga mora en la península ibérica | UCM

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Un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha encontrado la presencia de tres caparazones de la tortuga mora en dos enterramientos de época romana, del siglo I y II, lo que supone la evidencia más antigua de toda la península ibérica.

Fueron localizados en el yacimiento de Plaza Marqués de Busianos en València y excavados hace dos décadas, en 2002, según ha explicado la universidad en un comunicado. Los resultados fueron publicados en la revista científica 'The Anayomical Record' y firmados por Iratxe Boneta y Corina Liesau de la UAM y Adán Pérez-García de la UNED.

De esta manera, el origen de las poblaciones de este tipo de tortuga en Iberia generó un «amplio debate» para la ciencia, discutido tanto desde el ámbito de la paleobiología como desde la arqueozoología.

No es el primer estudio publicado sobre la historia de esta especie, sino que hay investigaciones genéticas que muestran un «probable» origen en el norte de África, por lo que llegaron a la península a través del estrecho de Gibraltar hace 220 siglos.

Sin embargo, tras revisar el material atribuido a esta tortuga terrestre demostró todas las atribuciones, siendo común a retribuirla a la tortuga mediterránea --dentro de la biodiversidad española--.

Dos caparazones restaurados

El trabajo ha consistido en el estudio de primera mano de tres caparazones parciales (falta el peto), de los que dos han sido articulados y restaurados y el otro no se ha podido reconstruir.

De esta forma, el hallazgo no confirma la existencia originaria de esta tortuga en España al no poder descartarse que los romanos la importasen como objetos singulares y de lujo. La población del Imperio desarrolló una red de contactos comerciales fuera de sus fronteras para traer objetos exóticos desde Oriente, entre los que estaban los caparazones.

'El Periplo del Mar Eritreo' (autoría anónima) da constancia de estos trueques; así, los caparazones eran la materia prima para elaborar otros objetos, desde instrumentos musicales hasta el lacado de muebles y pequeños utensilios como peines.

Con todo, tras la realización y publicación de esta investigación, la comunidad científica puede disponer de una nueva evidencia que ayuda a comprender la llegada de la tortura mora a la península ibérica.