Archivo - El exnovio de Juana Canal | Guardia Civil - GUARDIA CIVIL - Archivo

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Jesús Pradales, el asesino confeso de Juana Canal, ha admitido este martes otra vez el homicidio ante la jueza de Instrucción número 21 de Madrid y ha pedido perdón a la familia de la mujer desaparecida hace 19 años en Ciudad Lineal.

El crimen de Juana se resolvió hace unas semanas tras localizarse sus huesos en una finca familiar del asesino en Ávila, lo que llevó a los investigadores a su detención.

La magistrada acordó el pasado 5 de diciembre aceptar la inhibición del juzgado de Ávila que decretó el ingreso en prisión al recaer en este órgano judicial por reparto la denuncia de desaparición interpuesta en 2003. Por tanto, la jueza Concepción Jerez sería la competente en su instrucción al no estar en vigor entonces la ley de Protección Integral contra la Violencia de Género.

En la comparecencia, la jueza instructora ha informado a Jesús Pradales de su situación procesal, solicitando el fiscal y el abogado de la familia que se mantenga la prisión preventiva hasta que sea juzgado. De nuevo, el investigado ha admitido el homicidio pero ha manifestado que no tenía intención de matarla.

Jesús cumple prisión preventiva en la cárcel de Torredondo (Segovia). La investigación judicial arrancará ahora con la citación de los policías que intervinieron en las pesquisas policiales y los familiares de la fallecida.

Golpeada para evitar una agresión

En su declaración ante la jueza de Ávila, Jesús manifestó que la víctima le amenazó con clavarse un cuchillo y culparle en el transcurso de la discusión en la que habría fallecido de forma accidental tras golpearla para evitar una agresión.

El asesino de Juana Canal ingresó el pasado 28 de octubre en la prisión de Brieva, próxima a Ávila, por un delito de homicidio en el ámbito de la violencia de género.

Lo hizo tras confesar a la jueza que la mató de un golpe y que la desmembró en dos trozos en la bañera para trasladarla en maletas a Navalacruz, donde la enterró en dos agujeros en unos terrenos próximos a una finca familiar.

En su declaración, relató que la discusión se inició después de que la mujer le sustrajera 600 euros y se encerrara en el baño, amenazándole con tirar el dinero por el inodoro. Tras salir, Juana habría cogido un cuchillo y le habría amenazado con clavárselo ella para decir que era él, según su relato.

La víctima llamó a la Policía para denunciar que estaba siendo agredida y los agentes se personaron en el domicilio de la calle Boldano. Finalmente, la Policía se marchó. A continuación, el detenido hizo las maletas en el cuarto para marcharse de casa y al salir, extendió el brazo para apartar a la víctima y ésta cayó.

«Vi que continuaba en el suelo con los ojos abiertos. Me percaté de que estaba muerta. Me asuste», manifestó a la jueza. Fue entonces cuando decidió cortarla en dos con un cuchillo. La metió en dos maletas y la llevó a 90 kilómetros, a Navalacruz. Cerca de su finca, excavó con un azadón dos hoyos y metió los restos.

Al volver a Madrid, tiró las maletas a un contenedor de la calle Alcalá y escribió una nota a Sergio, el hijo de Juana, en el que manifestaba que su madre se había ido después de ingerir bastantes pastillas.

Según consta en el sumario, Jesús presentó en la madrugada del 24 de febrero de 2003 una denuncia falsa en la Comisaría de la Policía Nacional de Carabanchel en la que hacía referencia a unas supuestas agresiones físicas y lesiones a manos de Juana en el transcurso de dicha discusión tras la que ella desaparece.

Dos días antes, uno de los hijos de la mujer encontró una nota redactada por la pareja de su madre, que le indicaba que habían tenido una fuerte discusión y que ella había salido corriendo y no había logrado encontrarla.

Según las diligencias, Jesús siempre ocultó a sus familiares y a su actual pareja las supuestas agresiones que sufrió y se limitó a comentar que la denuncia era por haberle sustraído supuestamente Juana unos 700 euros, que incluso llegó a reclamar a su hijo.