Dos agentes de la Guardia Civil en un control de tráfico, en una imagen de archivo. | Guardia Civil

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Alrededor de un millar de personas continúa este martes celebrando la fiesta ilegal que arrancó el pasado viernes 30 de diciembre en la localidad granadina de La Peza, en unos terrenos de propiedad municipal con vistas a Sierra Nevada donde estos días permanecen aparcadas numerosas caravanas y tiendas de campaña alrededor de los escenarios que se han instalado junto a puestos improvisados de comida y otros artículos, sin que hasta el momento ni el Ayuntamiento ni la Guardia Civil sepan con seguridad hasta cuándo podría alargarse esta 'rave' que no cuenta con ningún tipo de autorización.

El alcalde de La Peza, Fernando Álvarez, explica en declaraciones a Europa Press que aunque inicialmente se creyó que la fiesta podría disolverse este martes no ha sido así, la música continúa y la gente sigue entrando y saliendo de este campamento improvisado a pie, después de que la Guardia Civil haya cortado los accesos para que la cosa no vaya a más.

«No tenemos ni idea de cómo se ha gestado, imaginamos que ha sido una labor minuciosa porque están perfectamente organizados dentro de ese desorden que hay», relata el regidor, que denunció el pasado sábado por la mañana ante la Guardia Civil la ocupación indebida de estos terrenos rústicos destinados a la siembra y donde unas horas antes de que arrancara la 'rave' se habían terminado de sembrar unas veinte hectáreas de cebada. «No sabemos el estado en que va a quedar aquello», ha lamentado.

Desde la Guardia Civil descartan por el momento un desalojo forzoso de los asistentes mientras no haya problemas de orden público dado la gran cantidad de personas que hay en estos momentos, al entender que podría ser «más problemático» que el que continúen allí, según han señalado a Europa Press fuentes de este cuerpo. Pese a todo, la fiesta se está desarrollando bajo un fuerte dispositivo de seguridad que implica la presencia de diferentes unidades del Instituto Armado, incluyendo medios aéreos, y que ha supuesto el corte de todos los accesos para «evitar que vaya a más», aunque hay quien llega a pie.

La población hasta la fecha no ha sufrido «consecuencias importantes», según relata el regidor, salvo un camión que se quedó atrancado el primer día cuando intentó pasar por una calle estrecha y al que tardaron varias horas en sacar de allí. Los arcenes de las carreteras están abarrotados de coches y la movilidad, sobre todo para la entrada y salida del pueblo, está afectada por los controles de tráfico que se están realizando.

El lunes una persona fue evacuada por intoxicación, pero no se están registrando «incidencias reseñables ni desórdenes públicos», aunque desde el municipio confían en que la fiesta termine lo antes posible para poder volver a la normalidad.