El Teatro Alhambra, espacio escénico de la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte, gestionado a través de la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales, retoma su actividad tras las fiestas navideñas con uno de los hitos de la programación de la temporada como es la adaptación del Centro Dramático Nacional, bajo la dirección de Alberto San Juan, de la obra 'Lectura fácil' de la escritora granadina Cristina Morales.
La escritora obtuvo con este libro el Premio Herralde de Novela en 2018 y el Nacional de Narrativa en 2019. El montaje estará en cartel los días 13 y 14 de enero a las 21,00 horas, según ha informado la Junta en una nota de prensa.
'Lectura fácil' confirmó a Cristina Morales como una de las voces más potentes, creativas, inconformistas e innovadoras de la literatura española actual, siendo «una escritora exquisita y arriesgada que posee una mirada única y punzante que la diferencia del resto de propuestas literarias del momento», a juicio de María Jesús Espinosa de los Monteros, Revista Mercurio.
Lo que La Morales escribió es una novela «sarcástica, rabiosa, inteligente y antisistema, pero no contra el sistema capitalista y de mercado, o no solo, sino contra los propios ámbitos antisistema que se han establecido en Barcelona», han indicado desde la Junta.
No es 'Lectura fácil' una crítica feroz a los demás, sino a las propias debilidades, a las ortodoxias a veces ridículas que se pueden respirar también en ambientes anarquistas, antidesahucio, de okupación y otros hábitats donde hasta la forma de redactar las actas asamblearias es motivo de largo debate.
Es un libro que tensiona al lector, que le pone contra las cuerdas de todo lo políticamente correcto que hemos asumido y que lo hace a partir de la historia de cuatro mujeres discapacitadas o, como dice Morales, discapacitadas según han establecido las instituciones.
Las intenciones del director y dramaturgo son explícitas al afirmar de 'Lectura fácil' que se trata de una historia intensamente cómica y trágica donde el cuerpo es el centro de todo, el lugar de la opresión y el único lugar desde el que es posible emanciparse.
Por su parte, Alberto San Juan concibe el texto como «una bomba diseñada para reventar el concepto de discapacidad y reivindicar el derecho de todo lo vivo a gobernarse a sí mismo».
Va «contra un sistema que no reconoce la vulnerabilidad como condición universal y divide la vida, en cualquiera de sus expresiones, en capaz o discapaz, tutora o tutelada, dominante o dominada».
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