Los de Málaga hicieron historia al ganar a Barça y Madrid en una misma Copa, algo nunca antes hecho por nadie. Los cajistas jugarán una quinta final en busca de ampliar esa gesta, tras jugar su última final de Copa del Rey en 2020, siendo anfitrión, y perderla contra el Real Madrid.
Esta vez, en Badalona, se cobró la revancha para acceder a la que será su cuarta final en la competición, en la que buscará sumar un segundo título que acompañe al solitario éxito de 2005, cuando ganó también a los blancos en Zaragoza. Y será una final inédita sea quien sea su rival.
Pero Unicaja, tras eliminar al doble vigente campeón Barça en cuartos y al Real Madrid, doble vigente subcampeón, en semifinales se ha ganado el derecho a soñar y a ser considerado un serio aspirante al título. Y es que ante el Real Madrid, este sábado, hizo hasta mejor partido todavía que ante el Barça.
Un partido en el que fueron por delante y supieron mantenerse arriba, algo que no es fácil ante un Real Madrid que suele no dejarse ir de ningún partido. Pero los de Chus Mateo no pudieron igualar la energía cajista, motivados los verdes tras ganar al Barça. Con un juego rápido, eléctrico, fueron abriendo brecha hasta ganar por 14 y, en el momento clave, cerraron el rebote para secar del todo a los blancos.
Demostrando que hay fondo de armario en Unicaja, la ausencia de puntos de Darío Brizuela, el mejor ante el Barça, se suplió con el partidazo del 'MVP' de la noche David Kravish, que se fue a 20 puntos y 6 rebotes. Y eso que la gran racha de Osetkowski se detuvo, en 14 puntos, cuando cometió la cuarta falta en el tercer cuarto, y ya no volvió a jugar.
Pero no perdió Unicaja su acierto colectivo y con un triple de Kalinoski evitó que esa cuarta falta les afectara. De hecho, fue lo contrario y los de Ibon Navarro supieron adaptarse a la situación. Anotaron más jugadores, con un juego más coral y con algo más de ritmo. Al final de ese tercer cuarto, el 59-66 les dejaba con buena ventaja pese a llegar a ganar de 9.
Al Real Madrid le costó frenar ese ímpetu de un Unicaja que tampoco echó de menos los puntos de Darío Brizuela, el mejor ante el Barça y esta vez 'desaparecido' en combate. Pero los blancos no se impusieron en la pintura como de ellos se espera, no pudieron dominar el rebote y, en cuanto el partido aceleraba por vía de Perry, Carter o Brizuela, se asfixiaban en defensa y perdían las ideas en ataque.
El último cuarto podía ser el de la reacción blanca, tras apenas liderar el choque durante 5 minutos en la primera parte. Pero no fue así. Unicaja siguió con su plan de juego, apretó al rival y llegó a ganar de 14 puntos en varias ocasiones. El Real Madrid cogió algo de aire con una antideportiva a Unicaja, pero a costa de que a Edy Tavares, su máximo anotador entonces, le abrieran una ceja.
Fue un partido limpio, pero duro a la par. Además de Tavares, que pudo volver a la pista tras ser curado (apósito incluido), sufrió un duro golpe su compañero Dzanan Musa, que ya no volvió a pista. Por parte de Unicaja, voló y practicó el salto de valla Nihad Djedovic tras ser arollado. Tres anécdotas de un partido que Unicaja pintó de verde para meterse en la final como 'mata-gigantes', eliminando a los dos clubes con más Copas en sus vitrinas.
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