La Fundació Arrels ha asegurado que cerca del 70% de las persoans que viven en la calle en Barcelona «no tienen esperanza de vivir próximamente en un alojamiento» y que cuatro de cada diez no tienen a nadie con quien contar.
Se trata de datos que aporta la entidad en el cuarto informe 'Viure al carrer a Barcelona. Radiografia d'una ciutat sense llar', del 2022, que se ha presentado este jueves en rueda de prensa, en la que el director de la entidad, Ferran Busquets, ha afirmado que este 70% «dibuja el fracaso social» de que estas personas no tengan expectativas.
«Pueden estar en listas de espera para albergues o para otros recursos, pero estamos hablando de que la gran mayoría no tienen ningún tipo de expectativa», y ha insistido en el fuerte impacto psicológico y sobre la salud que tiene la situación de sinhogarismo sobre estas personas, por lo que cree que se les debe dar una atención rápida.
El informe se ha elaborado a partir de una encuesta realizada el 15 de juno de 2022 a personas sin hogar en Barcelona, y localizaron a 1.231 personas en esta situación y entrevistaron a un total de 354.
Según los datos de la encuesta, si no se da una respuesta rápida y adaptada a las necesidades de cada persona, «su situación se deteriora rápidamente y dificulta aún más que la persona pueda mejorar y dejar de vivir en la calle», concretamente el deterioro comienza a partir de los seis meses en la calle.
Con respecto al perfil de las personas en situación de sinhogarismo en Barcelona, el 90% son hombres, el 8% mujeres y el 2% otros; la media de edad es de 44 años; el 70% son personas migradas; y la mayoría de las personas que viven en la calle y no nacieron en la ciudad de Barcelona habían venido «para buscar trabajo».
Servicios sociales y tiempo en la calle
Por otro lado, «solo el 46%» de las personas que viven a la intemperie dicen haber estado atendidas por servicios sociales o por una entidad social, y el 19% ha explicado que el último sitio donde ha dormido es un recurso institucionalizado.
También la entidad ha avisado de que la falta de recursos, la saturación que sufren los servicios y un enfoque basado en la temporalidad de los recursos «perpetúan la situación y la cronifican».
Las personas entrevistadas por Arrels llevaban de media cuatro años y cuatro meses viviendo en la calle, ante lo que la entidad ha afirmado que se trata de «una media elevada y que aún no se ha recuperado la media de tiempos previos a la pandemia», cuando se hablaba de tres años y cinco meses de media.
La mayoría de las personas encuestadas --casi el 70%-- hace más de seis meses que se encuentran en esta situación; y más del 70% ha respondido que «solo ha vivido en la calle en la ciudad de Barcelona».
También se les ha preguntado por su último alojamiento y por qué lo han perdido, y en el 21% de los casos, su último hogar ha sido una vivienda de alquiler y en un 5% de los casos una vivienda de propiedad, es decir, «son personas que tenían un lugar relativamente seguro y han pasado a vivir a la intemperie».
"atención social lenta"
Un tercio de las personas entrevistadas ha vivido en la calle en diferentes ocasiones y otro tercio ha explicado que en los seis meses previos a la encuesta «había dormido alguna noche al cubiero»; además, en el 44% de los casos como mínimo el último alojamiento en el que han dormido era temporal o inestable --como albergues, hostales, pisos ocupados, entre otros--.
La jefa de Acogida de Arrels, Marta Maynou, ha criticado que hay una «atención social lenta y desagraciadamente insuficiente», y ha recalcado que una persona que duerme en la calle está en una situación de exclusión social severa.
«La lentitud y la falta de recursos y complejidad hace que no se esté atendiendo con la urgencia que se precisa», y ha puesto de ejemplo que hay personas sin hogar que acuden a servicios sociales y que deben esperar hasta un mes y un mes y medio para recibir la primera visita.
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