Los más de 50 alumnos de la segunda promoción de la USJ Sénior han celebrado este jueves, 1 de junio, su graduación, tras completar el Diploma Sénior en Cultura y Civilización Contemporáneas, acto en el que la catedrática emérita de Genética, María Victoria Arruga, ha impartido la lección inaugural '¿Qué sabe la ciencia de la influencia de los genes y del entorno en nuestro proceso de vida?'.
La ceremonia ha tenido lugar en la Universidad San Jorge y ha comenzado con la bienvenida de la rectora, Berta Sáez, quien ha destacado la pasión de los alumnos por «aprender, leer, dialogar, proponer, escuchar, ayudar, reír, superarse y disfrutar».
Además, les ha transmitido la enseñanza que ellos mismos han dejado en la USJ: «Nos habéis enseñado que, en la vida, nunca es tarde para nada, que no hay edad para empezar nuevos proyectos, para soltarse y embarcarse en una aventura», ha informado esta universidad en una nota de prensa.
Posteriormente, la directora de la USJ Sénior, Lourdes Diego, ha intervenido para reconocer a los alumnos su implicación y su «contribución para enriquecer y mejorar la sociedad», y ha afirmado que ha sido «un verdadero orgullo» haber formado parte de su camino.
Además, ha explicado que la USJ Sénior nació para «dar formación a personas adultas, infundir pasión por aprender, alimentar la escucha activa, el esfuerzo compartido y la reflexión», ya que «las personas sénior son vehículos de integración cívica y social».
En la lección inaugural, María Victoria Arruga ha expuesto que, cuando en 2003, se obtuvo la secuencia completa del ADN humano, «se pensó que ya se podían diagnosticar y tratar todas las enfermedades genéticas conocidas», sin embargo, «finalmente, se comprobó que no somos solo esa secuencia del ADN», ya que existen «marcas epigenéticas» que regulan «la expresión de los genes».
Información reversible
La epigenética demostró que aspectos externos pueden crear esas marcas en nuestro ADN. «Un estilo de vida desequilibrado, una dieta inadecuada, baja calidad del sueño, la falta de ejercicio, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, el estrés, los traumas psicológicos, entre otros, pueden afectar negativamente creando marcas en nuestro ADN, que, además, no solo influyen en nosotros, sino también en nuestros descendientes», ha expuesto.
Aun así, ha compartido un mensaje esperanzador: «La información epigenética es reversible porque está establecida por proteínas, con lo cual existen grandes perspectivas de ser objeto de tratamientos que reviertan esas marcas y curen las enfermedades causadas».
Tras su discurso, los alumnos han recogido sus diplomas conmemorativos y el delegado del curso, Eduardo Ruiz, ha hablado en nombre de todos los graduados. «Somos una generación con gran cantidad de juventud acumulada, que aborrece la muerte intelectual y es profundamente agradecida», ha afirmado.
Asimismo, ha argumentado que, a través de la formación, «todas las personas pueden ser iguales» y que el arte de envejecer «es el arte de conservar alguna esperanza». Por ello, ha asegurado, no se resignan y quieren continuar formándose. «Soñad por lo que aún tenemos que hacer y todavía tenemos por aprender», ha transmitido a sus compañeros.
El presidente del Grupo San Valero, Pedro Baringo, también se ha dirigido a los estudiantes, a quienes ha agradecido su «cercanía y calidez» y su capacidad de «haber hecho a su edad lo que normalmente se hace a los 20 años». Finalmente, el arzobispo de Zaragoza y gran canciller de la USJ, monseñor, Carlos Escribano, ha concluido el acto felicitando a los alumnos por su esfuerzo y definiéndolos como personas «con inquietud, ganas de saber y socializar».
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