La Audiencia de Málaga ha condenado a 24 años de prisión al exmarido de Lucía Garrido, hallada muerta en la piscina de su finca en Alhaurín de la Torre en 2008; y ha impuesto 22 años de cárcel al otro acusado como autor material del crimen.
Así en la sentencia, que se dicta tras el veredicto de culpabilidad emitido la pasada semana por un jurado, el magistrado presidente del Tribunal Popular condena a ambos por un delito de asesinato, en el caso del exmarido como cooperador necesario y el otro procesado como autor.
La sentencia considera probado que tras la separación de la pareja Lucia Garrido se convirtió «en testigo directo y presencial de las actividades lícitas y supuestamente ilícitas que el exmarido realizaba en la finca».
Este no confiaba en ella y «para evitar que le denunciara por las actividades supuestamente ilícitas y que fuera un obstáculo para el negocio proyectado en la finca, intentó desalojarla de la vivienda».
Lucía rechazó sus ofertas y también fracasaron las acciones judiciales y «las maniobras coactivas que promovió contra ella», de forma que fue «creciendo la enemistad entre ellos» y pasó a ser «una auténtica amenaza para la continuidad de todas las actividades» en la finca, «en particular la guardería de drogas».
«Y para neutralizar ese peligro, el propio M.A. --exmarido-- o alguien de su entorno delictivo propuso una solución drástica, consistente en acabar con la vida de Lucia Garrido», señala la resolución en función del veredicto emitido por el jurado.
Se entiende acreditado que el plan para matar a Lucía «fue urdiéndose desde finales de marzo de 2008, cuando se reunieron en Torremolinos varios sujetos que proyectaban la comisión de diversos delitos en las provincias de Madrid y Málaga».
La resolución indica que el otro acusado estaba en esa reunión y «recibió a través de individuos desconocidos una oferta económica para matar a Lucia Garrido».
En el caso del exmarido «supuestamente no acudió a esa reunión; al parecer tampoco conocía al otro acusado, pero propició o consintió la contratación de éste como sicario sabiendo que atentaría contra la vida de Lucía Garrido».
También se considera probado que luego mantuvieron contactos y el exmarido prestó «ayudas decisivas para la planificación, preparación y ejecución del crimen, sin las cuales el delito no habría podido cometerse», como información de las costumbres y rutinas de la mujer y «le facilitó una copia de la llave de la puerta peatonal».
El exmarido «fue informado de que el crimen iba a cometerse entre el 28 y el 30 de abril de 2008 por uno o varios individuos que sorprenderían a Lucía dentro de la finca cuando ella estuviera sola, desprevenida e indefensa», por lo que se fue de viaje como coartadas.
El 30 de abril de 2008, el otro acusado, «estando solo o en compañía de individuos no identificados», la esperó escondido para que ella «no tuviera ninguna posibilidad de escapar o reaccionar» y por la espalda la golpeó en la cabeza con un ladrillo, «dejándola sin sentido o muy aturdida». Luego la arrastró hasta el borde de la piscina, donde «inmediatamente antes de arrojarla al agua le clavó un cuchillo», seccionando la vena yugular.
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