Archivo - Txani Rodríguez | AIMAR GUTIERREZ - Archivo

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La escritora Txani Rodríguez (Llodio, 1977) cree que el choque entre negocio, intereses y medioambiente persiste hoy día «solo que de otra manera» porque «aún consumimos sin preocuparnos demasiado de si es o no sostenible». Ese es el transfondo de su nueva novela, «La seca» (Seix Barral), término usado para la enfermedad que afecta al alcornoque, que provoca el decaimiento del árbol, y que define el carácter 'seco' para las relaciones personales y familiares de su protagonista.

Rodríguez ambienta su última obra, publicada esta semana, en el entorno andaluz de sus años de infancia y el oficio de corchero al que se dedica su familia desde hace generaciones, ya que, tal y como ella misma recuerda, es «nieta, hija, prima y sobrina de corcheros».

El riesgo de desaparición del oficio le sirve para reflexionar sobre la relación entre mundo rural y urbano, sostenibilidad y modos de vida amenazados, por el cambio de modelos productivos y enfermedades como la seca, que aboca al oficio de corchero a un futuro incierto.

En declaraciones a Europa Press, Rodríguez niega que mitifique determinadas profesiones asociadas al mundo rural, ni que idealice el mundo del campo donde discurría sus veranos de infancia. «No he buscado mitificar ni el campo ni sus oficios, lo que me preocupa es que desaparezcan esas profesiones de las que vivieron generaciones», añade.

Tras asegurar que confía en que el sector primario no viva un proceso de desmantelación similar al de la desindustralización, eje de su anterior novela, «Los últimos románticos», ahora adaptada al cine, Rodríguez sostiene que, aunque el mundo rural tiene problemas «muy específicos», otros, como la falta de agua, «se han generalizado y extendido» a los entornos urbanos.

En este punto precisa que, a la hora de novelar, le interesan más que el conflicto campo-ciudad, los conflictos internos del propio mundo rural, donde «no todos tienen los mismos intereses ni objetivos, ni respecto a la conservación, ni a su modo de vivir de él, ni en lo que atañe a las relaciones personales y familiares».

En este contexto, el relato está recorrido por el universo del alcornocal, especie amenazada por una enfermedad conocida popularmente como 'la seca', término que le sirve para referirse al caracter de su protagonista, que vive una difícil relación con su madre.

La autora explica que la desaparición de la especie conllevaría, la pérdida de un ecosistema «singular» y de una forma de vida, la de corchero, además de que el paisaje de la zona andaluza donde transcurre la novela, el Parque Natural de Los Alcornocales, se vería también alterado «sin remedio».

Amenaza gravísima

Rodríguez explica que esa enfermedad constituye una amenaza «gravísima» para el Parque Natural, tanto desde un punto de vista medioambiental como socioeconómico, modelo que también se está poniendo en riesgo por los nuevos modelos productivos asociados a las instalaciones renovables en auge.

«La seca» narra el regreso de Nuria al pueblo en el que ha pasado los veranos desde su infancia, rincón dedicado a la extracción del corcho en un espacio natural protegido del sur de España.

Durante su estancia, asistirá al conflicto entre dos formas de entender el futuro, representadas por la población local, que busca nuevas formas de ganarse la vida ante el avance de la seca, una enfermedad que acaba con los alcornoques, y los veraneantes procedentes de la ciudad, que quieren preservar el entorno.

La novela muestra, por tanto, la transformación de un entorno concreto y la transformación interior de la protagonista, quien llega al pueblo, desde Euskadi, «cansada y con ansiedad, tras haber pasado los últimos meses cuidando de su madre» y que recibe la visita imprevista de su mejor amigo y del padre del mismo.

Tanto para la escritora como para su protagonista, Nuria, el paisaje, ofrece «el consuelo del arraigo de un modo singular a muchos hijos de la emigración y es también lo que permanece en el imaginario personal cuando los seres queridos van faltando y que seguirá ahí en el futuro, de una u otra forma».

La novela parte del encargo de una revista a la autora de un reportaje sobre la saca, como se denomina la extracción del corcho en dicho parque natural. Durante su elaboración, Rodríguez recuerda que se activó una tecla en los recuerdos de su infancia y sus vivencias personales, de la que no fue consciente hasta más adelante.

«El Parque Natural de Los Alcornocales siempre había sido para mí un territorio mítico, pero al confrontarlo con la realidad, de las condiciones laborales de los corcheros o el futuro incierto del oficio, lo mítico se transmutó en conflictivo y, por tanto, en literario» explica Rodríguez.

La autora alavesa vuelve a temáticas presentes en su anterior novela, donde abordaba el declive de un núcleo poblacional, o que la naturaleza esté supeditada a intereses económicos, Txani Rodríguez reflexiona de nuevo sobre la necesaria de búsqueda de un equilibrio entre industria, puestos de trabajo y respeto al medio ambiente.

También, mientras en "Los últimos románticos abordaba la pérdida de especies de árboles autóctonos por la apuesta por el eucalipto por su valor económico para la fabricación de papel, principalmente, aquí el protagonismo es para los alcornocales.

Rodríguez niega que haya sido algo premeditado. «Me fascina la naturaleza y soy una persona contemplativa que me fijo mucho en el medio natural y, claro, en los árboles, porque pasear entre ellos es algo muy reparador» reconoce.

Sin embargo, «en esta novela diría que el árbol, me refiero al alcornoque, es esta vez un personaje más porque quiero saber de su pasado, de su presente e imaginar su futuro».

Sobre el dilema entre beneficios económicos y medio ambiente, la escritora cree que, en épocas pasadas, «importaba mucho menos contaminar ríos o el aire, porque se primaba el rendimiento económico pero, puntualiza que aunque hay más conciencia ecológica, seguimos contaminando muchísimo, quizá de otra manera, pero muchísimo, porque lo hacemos sin preocuparnos de las consecuencias».

Rodríguez vuelve a criticar las políticas agrarias cortoplacistas, algo que considera «descorazonador», a la vista de lo sucedido en espacios como Doñana o el Mar Menor.

«Es peligroso dejar campar a sus anchas a la avaricia y parte de la solución pasa por que las administraciones rectifiquen, como parece que ya han empezado a hacer con la reserva natural de Doñana. »Habrá que ver hasta dónde llevan esa rectificación y qué consecuencias tiene", añade.

Adaptación al cine

Preguntada por si su visión literaria de los conflictos en los entornos rurales enlaza con el enfoque de filmes como 'As Bestas' o 'Alcarras', Rodríguez se congratula de que, en los últimos años, hayan coincidido desde la literatura y el cine, «miradas sobre el campo que animan a la reflexión y que dan que pensar».

Precisamente, a principios de febrero arrancará el rodaje de la adaptación al cine de «Los últimos románticos», guión coescrito por los responsables de 'Ane', Marina Pallés y David Pérez Sañudo, quien también dirige la cinta, producida por Irusoin y La Claqueta («La trinchera infinita»).

En este sentido, Rodríguez afirma que no se ha involucrado en el proyecto, aunque, desde luego, cuando han querido preguntarme algo, lo han hecho y he respondido encantada; pero ni siquiera he querido leer el guion ya que confío en el trabajo de Pérez Sañudo y de su equipo y tengo muchas ganas de ir verla".

Txani Rodríguez presentará «La seca» el próximo jueves 28 de enero en Bilbao, en un acto que tendrá lugar en la Biblioteca de Bidebarrieta a partir de las 19.00 horas dentro del espacio Bidebarrieta Kulturgunea que organiza el Ayuntamiento de Bilbao.