En una entrevista de Europa Press, Serra explica que en el libro quiere discutir tanto la invalidación del consentimiento, que a su juicio lleva a una posición paternalista con las mujeres, como discutir la idea de que el consentimiento es lo más fácil y lo más sencillo del mundo: «Ni es imposible, que es lo que dicen unas, ni es facilísimo», sostiene.
Para la investigadora, el consentimiento es el núcleo de debates feministas como el trabajo sexual, la prostitución y la pornografía, entre otros, discusiones que siempre le han interesado y que la han llevado a escribir este ensayo en el que trata de emerger un problema: «Para tomar posición, y luego tener una respuesta o una propuesta, primero hay que reconocer las dificultades y los problemas. Así que empezamos por aquí, un poco por problematizarlo».
«Me parece que es muy complejo, de fácil no tiene nada y, al mismo tiempo, es irrenunciable. Claro, esto es lo problemático: tener que defender un concepto que en su complejidad te plantea muchos problemas y que, sin embargo, no nos podemos quedar sin él. Tiene muchos límites, no es una receta mágica», argumenta Serra.
La autora cree que hay que darle los derechos políticos también en el plano sexual a las mujeres como mayores de edad y, por tanto, la validez de su consentimiento como algo indiscutible y, al mismo tiempo, trabajar políticamente como si el mundo efectivamente siguiera siendo desigual y, por tanto, impulsar políticas para avanzar hacia la igualdad: «Jurídicamente hay que hacer como si fuéramos iguales y más allá del derecho penal hay que hacer como si fuéramos desiguales».
Deseo
En el libro la autora trata de distinguir el deseo del consentimiento en un mundo patriarcal e insiste en que consentir no es una varita mágica que tiene poderes y consigue la plena satisfacción sexual y el deseo satisfecho de la mujer, pero tampoco «es una trampa» de la que se tenga que prescindir como sociedad por ello.
Para Serra, «nada le horroriza más a una sociedad patriarcal que pensar que las mujeres desean de forma incivilizada y salvaje», mientras que la masculinidad se asocia con un deseo violento e irrespetuoso, y en el libro trata de combatir de forma sutil el discurso moralista y puritano que indica que las mujeres desean un sexo bueno, civilizado y respetuoso y lo desean menos que los hombres.
«No hay libertad sexual para las mujeres sin libertad para explorar tu propio deseo. Y eso tiene que ver con atravesar cierto territorio un poco oscuro donde no sabes prever las cosas», razona la autora, que descarta la opción de sacrificar un poco de libertad a la hora de desear por el hecho de vivir en un mundo patriarcal y priorizar la protección frente a la violencia.
"simplificación mediática y política"
Serra ve el libro como una ocasión para volver a abrir el debate del consentimiento después de la «simplificación mediática y política» que se ha vivido en la pasada legislatura con La Ley de Garantía de la Libertad Sexual, más conocida como Ley del 'sólo sí es sí'.
Cree que el debate de la ley ha sido secuestrado por intereses partidistas y políticos y ha lamentado el «uso torticero e instrumental de la extrema derecha» que a su parecer ha derivado en un choque de opinión absurdo y a un discurso alarmista totalmente falseado.
«Ha caricaturizado el debate que había y, como creo que no lo hemos tenido, pues creo que ahora lo tendríamos que tener especialmente entre las izquierdas, claro», ha argumentado, y ha abogado por discutirlo con más calma.
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