El presidente de Surg For All, el doctor José Rubio, con los enfermeros Bernard Maimo y Ezechiel Foguen, que completan su formación en el hospital Vithas 9 de Octubre de València | EUOPA PRESS

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'Enseña a pescar, no le des pescado'. Este principio de Confucio fue el que guió al urólogo José Rubió a fundar Surg For All (Cirugía para todos) para formar sanitarios de África convencido de que una solidaridad verdaramente eficaz pasa por lograr su autosuficiencia. Diez años más tarde de su constitución, esta ONG valenciana ha realizado una treintena de misiones y ha formado directamente a cerca de 40 profesionales de Camerún y Liberia. «Emociona ver cómo adaptan lo aprendido a sus medios», confiesa.

La idea, rememora su presidente y fundador, le surgió tras conocer en su consulta al padre Emmanuel Nkeng. El jesuita le invitó a visitar Camerún y en 2014 se desplazó para evaluar las necesidades de los hospitales locales. «Fue el azar el que me llevó allí», relata en una entrevista a Europa Press.

Al regresar a València se reunió con compañeros que ya tenían experiencia con ONG trabajando en Guatemala, donde realizaban operaciones de sol a sol en cirugías complejas. «Pero sentíamos que algo fallaba en aquello, los pacientes cuando regresábamos se quedaban allí un poco desamparados», confiesa.

Por eso optaron por emprender un modelo totalmente innovador: No solo ir a operar al país, sino traer a España a sus sanitarios para poder prestarles una verdadera formación en un quirófano. «Es mucho más efectivo», corrobora el doctor Rubio, director de la Clínica de Urología y Andrología y jefe del servicio del Hospital Vithas 9 de Octubre.

Así, se constituyó el 17 de noviembre de 2014 en València «Surg For All», que fue inscrita en el registro de asociaciones de la Comunitat Valenciana el 11 de marzo de 2015 y en 2019 fue declarada de utilidad pública.

Desde entonces trabajan en tres niveles. El primero es traer a València un equipo quirúrgico, formado por un médico para prestarle, con la colaboración de hospitales y clínicas privadas, una formación intensiva en todas las técnicas quirúrgicas que deben conocer y dos enfermeros a quienes se enseña cómo cuidar el instrumental que usarán.

Las numerosas solicitudes de hospitales que reciben --«la demanda es interminable», confiesa-- les obligan a realizar un cribado de selección previo en atención a varios criterios, desde que el centro tenga luz a que disponga de personal suficiente para que pueda prescindir de sus sanitarios el tiempo que dura su instrucción en València sin que les afecte a su actividad.

Surg For All se encarga de todos los trámites, desde el visado, hasta los billetes de avión, sufragar su estancia y pagarles unas dietas para que puedan vivir durante su periodo de formación. «Es lo más cómplicado», conviene. La cuantía depende de varios factores, el principal la duración de su estancia, que suele ser de tres a seis meses, aunque en algunos casos ha llegado a un año. Así, la media oscila entre los 2.000 y los 3.000 euros por profesional.

La segunda fase, y la más costosa, es proporcionarles el material requerido para que ejerzan la técnica que han aprendido en sus países de origen. Con una exigencia: el hospital de origen debe abonar el 50%. «Una cosa muy curiosa que nos ha enseñado el tiempo es que hay muchas ONG que dotan a los hospitales de tercer mundo de material, pero es un error. He visto salas con 15 ecógrafos rotos, que no les reparan porque ni tienen conocimientos ni medios. En cambio si pagan una parte se preocupan de mantener el material», explica.

La tercera fase, «la más atractiva, para la que es más fácil encontrar cooperantes, que también vienen de otros puntos como Albacete, País Vasco, Galicia y Cataluña, es ir allí a operar», señala. De este modo, se aseguran de que el alumno pone en práctica los conocimientos que ha adquirido. Por ello, escogen hospitales de órdenes religiosas para garantizar la seguridad porque son países «muy corruptos» y negociar con la Administración «puede suponer la muerte del proyecto».

Capacidad de adaptación

El doctor Rubio resalta que con este método de trabajo consiguen «cambiar completamente» el abordaje de las patologías: «La urología en esos países es como la que se practicaba en España hace 50 años, les enseñamos el ABC, porque tampoco puedes hacer cirugía robótica allí, pero es emocionante ver cómo aplican lo aprendido aquí adaptándolo a los medios que tienen, son unos sobrevivientes».

Lo corroboran los enfermeros Bernard Maimo y Ezechiel Foguen, que en quinces días completarán una formación de tres meses en el Hospital Vithas 9 de Octubre. «Estar aquí es un privilegio, mi experiencia aquí es tan grande que no puedo explicarlo, cuando vuelva a Camerún hay muchas cosas que mejorar adaptando lo aprendido a nuestros recursos», ha apuntado Maimo, que se centrará más en la parte de instrumentación y gestión de quirófano.

Ezechiel Foguen, que se encargará más de la atención a los pacientes en planta, añade: «Esta experiencia lo cambia todo, mi vida y la de nuestros pacientes, en nuestro país queremos hacer las cosas correctamente pero no sabemos cómo porque a veces tenemos el material, pero no sabemos usarlo, a veces ni siquiera sabemos cómo trabajar con colegas, o incluso con pacientes. Aquí aprendí mucho, no solo de medicina, sino también en la vida».

La financiación proviene en su mayoría de donaciones de los pacientes españoles que conocen el proyecto y quieren sumarse, más de 54.000 euros el pasado año, así como de instituciones y empresas, que aportaron 34.000 euros, y de eventos que organizan.

La asociación comenzó centrada en cirugía urológica, pero ha crecido y ya abarca las especialidades de ginecología, oftalmología, cirugía general y otorrinolaringología. Esta actividad, recalca, es gracias no solo al personal sanitario, sino a todos los administrativos con los que cuenta la asociación.

Ahora, además de continuar con las misiones de formación, están centrados en un proyecto «muy bonito» en Liberia, un país «extremadamente pobre» de más de 5 millones de habitantes que no tiene urólogos. Así, se han lanzado a crear el primer servicio de urología en el país, en un edificio nuevo, una iniciativa presupuestada en un millón de dólares y proyectada a dos o tres años, para el que están buscando ayudas oficiales por «la envergadura del proyecto» .