El Director De La Fundación Y De La Escuela De Alimentación De Eroski, Alejandro Martínez Berriochoa. | Europa Press - EUROPA PRESS

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Más del 60% de niños de escolares de primaria, de entre 8 y 12 años, de las comunidades autónomas de la zona norte de España comen frente a pantallas, lo que «afecta a sus hábitos alimentarios», según la 'Encuesta sobre Hábitos de Alimentación a Escolares de Primaria' de la Fundación Eroski.

El director de la Fundación y de la Escuela de Alimentación de Eroski, Alejandro Martínez Berriochoa, ha presentado en rueda de prensa en el Kursaal donostiarra, en el marco de la celebración en este espacio del 50 aniversario de Eroski Consumer, este estudio realizado a través de 39 preguntas a 2.126 escolares de entre 8 y 12 años de nueve comunidades autónomas del norte de España, entre mayo y septiembre de este año.

Según esta encuesta, «el 92% de las niñas y niños encuestados afirma que su opinión se tiene en cuenta a la hora de hacer la lista de la compra familiar», así «casi la mitad acompañan siempre a sus padres a hacer la compra (45%) y la otra mitad solo a veces».

En cuanto a la cocina, «el 82% de los menores asegura colaborar, al menos ocasionalmente, en la preparación de las comidas»; aunque en el País Vasco «ese porcentaje desciende al 72%», según Martínez.

Por otro lado, «el 90% de los escolares encuestados dice realizar cinco comidas diarias», aunque, «de media, un 10% reconoce no merendar. Por otro lado, el desayuno (18%) y la merienda (25%) son las comidas que más frecuentemente realizan en soledad».

El director de la Fundación Eroski ha lamentado que ese hábito «no es positivo», ya que «las comidas no solo cumplen una función nutritiva, sino también social, y la falta de compañía suele derivar en un mayor uso de pantallas». En el caso de Euskadi, «el 95% de las y los menores declaran que meriendan habitualmente y, además, un 44% lo hace en la escuela».

Respecto al consumo de bebidas y alimentos poco saludables, ha indicado que pese a que el 94% de los menores consultados consume agua como bebida principal durante las comidas, un 27% bebe, además, zumos, un 19% refrescos y un 22% otras bebidas sin gas. En este contexto, Martínez ha señalado que existe «una idea distorsionada, a veces, de lo que es saludable y lo que no», como, por ejemplo, tomar zumos en las comidas, aunque sean naturales, por los azúcares.

Además, el 92% de los escolares encuestados reconoce comer semanalmente hamburguesas, pizzas, perritos calientes y/o patatas fritas, y un 44% también consume bollería y/o dulces más de tres veces por semana.

Martínez ha explicado que estos productos, aunque están «normalizados» en la dieta cotidiana de los menores, «son de consumo recomendado ocasional por las personas expertas en la materia debido a su alta densidad calórica y a su aportación de grasas, muy a menudo saturadas -las menos saludables-, azúcar o sal, nutrientes cuyo exceso en la dieta incide en las elevadas tasas de sobrepeso y obesidad infantil».

Los menores en el País Vasco muestran un consumo ligeramente inferior de refrescos (16%) y alimentos poco saludables (89%) en comparación con otras regiones.

Respecto a quienes influyen a los menores en sus hábitos alimentarios, ha indicado que para el 90% de los menores que han tomado parte en la encuesta los progenitores y la familia son los principales referentes alimentarios, «muy por delante de sus profesores y profesores que son su segunda referencia (5%)». En este sentido, ha destacado el «reto» de las familias de «hacerse cargo de la responsabilidad» en este ámbito, aprovechando, además, que los menores en esta franja de edad son «receptivos» y tienen «vocación de hacerlo bien», lo que supone «una oportunidad para el cambio» en los hábitos alimentarios.

Asimismo, el 14% reconoce pedir alimentos que ve en redes sociales o televisión. Por otro lado, el 66% de los encuestados, «que es mucho», reconoce ver la televisión mientras come, y un tercio (33%) que usa dispositivos como tabletas o videoconsolas durante las comidas, lo cual «no es recomendable» porque «afecta a los hábitos alumentarios». Este porcentaje desciende al 58% en el País Vasco, la comunidad autónoma con el índice más bajo.

Premio y emociones

Martínez también ha apuntado que «en un 54% de los hogares de las y los escolares participantes en el estudio se utiliza la alimentación como recompensa o premio cuando se han portado bien o castigo cuando no, algo no », lo que «puede reforzar la percepción de ciertos alimentos como especiales o deseados».

Esta práctica es menos común en el País Vasco, con un 37%, la cifra más baja del estudio. Este estudio también analiza la relación entre la comida y las emociones y prácticamente la mitad de quienes ha participado (47%) manifiesta comer más cuando están alegres y un 45% comer menos cuando están tristes y un 34% cuando están enfadados.

Además, en situaciones de estrés, un 30% de los niños y niñas encuestados declara comer menos, mientras que un 14% dice comer más. Martínez ha destacado que «es fundamental que niñas y niños desarrollen progresivamente la capacidad de identificar sus emociones, ya que esto les permitirá ser más conscientes de cómo estas influyen en sus hábitos alimentarios, ya sea por nervios, ansiedad, estrés o euforia».

Según ha incidido, «esta conciencia emocional será una herramienta clave para fomentar una relación equilibrada con la comida en su vida adulta». Asimismo, ha defendido que «la alimentación saludable debe ser un esfuerzo colectivo» y se requiere de «familias informadas, educadores comprometidos y políticas públicas que faciliten la adopción de hábitos saludables desde la infancia».

Finalmente, ha afirmado que esta encuesta, que se volverá a realizar el año que viene, «revela un margen de mejora en la formación alimentaria» y ha reafirmado el compromiso de la Fundación Eroski «con la promoción de la educación alimentaria a través de diversas iniciativas, como su Programa Educativo en Alimentación y Hábitos de Vida Saludables (PEAHS) en el que, desde su puesta en marcha, han participado 2.110.000 escolares menores de 12 años, de los cuales 209.179 son alumnos de centros escolares del País Vasco».