El 29 de octubre de 2024, la jornada fatídica de la riada que ha arrasado gran parte de la provincia de Valencia, el agua entró «como un toro» en la tienda de indumentaria fallera de Andrea Hernández López en Aldaia hasta superar los 1,2 metros de altura y destrozar el 95% del género que albergaba.
Hoy, después de semanas de duro trabajo y con la inestimable ayuda de allegados, voluntarios y proveedores, esta profesional de la artesanía reabre su establecimiento «con enorme ilusión» y muy agradecida al mundo fallero, «donde siempre hay alguien que te empuja a seguir, que te dice 'avant', 'adelante'».
Así, de nuevo, las puertas de Andrea Indumentaria Valenciana se abren en la Calle Mayor de Aldaia para ofrecer tejidos, aderezos y el resto de elementos propios de la fiesta. «Ha sido muy duro», relata a Europa Press la indumentarista, que rememora cómo la fuerza de la barrancada reventó las instalaciones dejando un escenario desolador con cristales, persianas, paredes y suelos devastados. «Como en una guerra», apostilla.
Cuando pudieron acceder al interior del local, dos días después de la dana y ayudadas por la marea de voluntarios que se desplazó hasta la 'zona cero' de la catástrofe, comprobaron que la inmensa mayoría de los trajes y complementos se encontraban embarrados.
«Perdimos el 95% de todo lo que teníamos, que era mucho porque es una tienda grande, de unos 150 metros, y estaba llenísima, puesto que entre septiembre y marzo se produce el esprint de la temporada fallera. Teníamos telas, manteletas, trajes ya confeccionados para las falleras, unos 60 para alquiler, zapatos, pañolones...», enumera.
Entre ese pequeño cinco por ciento que las tres trabajadoras del comercio pudieron rescatar de los efectos del agua --a parte del mismo se le va a dar salida con descuentos-- y el material que les han suministrado las empresas proveedoras, la tienda se reactiva a partir de este jueves para poder encarar las próximas fiestas y no echar a perder el año.
«Mis proveedores se han volcado desde el minuto cero al cien por cien, al igual que los voluntarios, los familiares y amigos», exclama Andrea, que asegura que viendo los ánimos que le llegaban tuvo claro que no podía quedarse «de brazos cruzados». También ha subrayado en este punto la labor que está desempeñando el Gremio de Sastres y Modistas de la Comunidad Valenciana con el maestro mayor, Fran Tochena.
Respecto a las ayudas económicas, espera que respondan las administraciones, aunque señala que, debido a la burocracia, el procedimiento es más lento que las partidas impulsadas, por ejemplo, por el presidente de Mercadona, Juan Roig, un dinero que ha sido «el primero en llegar» y que caído «como agua de mayo», reconoce.
Preguntada por qué espera de las Fallas de 2025, la artesana tiene un recuerdo un recuerdo emocionado para las víctimas de la dana, esas más de 220 personas que ya no están «y que son palabras mayores».
Amor a la fiesta y la 'mare de déu'
En el plano estrictamente material, aunque es consciente de que, en un momento de dificultad económica, vestirse de fallera «no es una prioridad», se muestra convencida de que «el mundo fallero es positivo y ama su fiesta y la 'Mare de Déu'».
«Es una gran ilusión, las Fallas mueven muchísimas cosas y a muchísima gente, ya lo vimos durante la pandemia. Cuando uno está alicaído, siempre hay otro que te pega una palmada en la espalda y te dice: 'avant', 'adelante'», recalca.
Por su parte, Andrea Hernández recupera su actividad «con gran emoción» e intentado que su negocio «esté incluso más bonito que antes». «Queremos terminar todos los trabajos y ponernos al servicio de los clientes y clientas para responder a la ilusión que habían depositado en la próxima semana fallera», concluye.
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