Con una ilusión desbordante y con la madurez que le ha aportado el
«sentimiento de fracaso» acumulado tras «El niño de la luna»,
Agustí Villaronga retoma ahora su estilo más personal. El reto no
es cualquier cosa: se trata de poner imágenes a «El mar», la obra
de Blai Bonet, con quien estuvo preparando el guión hasta el
momento de su muerte.
«Intentamos ser muy fieles a la palabra de Bonet; queremos que
el resultado sea tan bueno en castellano como en catalán», afirma.
Ése ha sido uno de los principales problemas de un cásting tan
dificultoso como promete ser el rodaje. «La mitad de los actores
tiene entre 10 y 20 años y carece de experiencia, y el hecho de
rodar en mallorquín aún lo complica más, hasta el punto de que uno
de los chicos está recibiendo clases de dicción. Para hacer la
selección tuvimos que elegir entre 600 niños, y esto supone un plus
de desgaste de energía que hay que transformar», explica.
A punto de comenzar a rodar, Villaronga confía en que 'El mar ',
un largometraje mallorquín por los cuatro costados y con «diálogos
certeros», «conecte con la gente porque habla de seres humanos y de
una situación límite que, aunque no hayamos vivido, todos conocemos
bien: la guerra», y aventura que, si todo sale como espera, se
convertirá en una «película de festival».
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