El domingo por la noche Los Bravos actuaron en la cafetería Sa
Fàbrica de Santanyí, pero no fue una gala fortuita: formalizaron la
materialización de un argumento que lleva mucho tiempo en la mente
del escritor Guzmán Alonso, quien en breve publicará la biografía
del grupo.
¿Por qué tiene interés la pulsión musical de esta formación y no
otras, de las que triunfaron en los años sesenta? Para el autor,
Los Bravos supieron aglutinar el sentido de modernidad en la España
de los 60, cuando existía el anhelo nacional de homologarse con el
exterior. Los Bravos siempre han dominado el lenguaje musical
propio de afirmación juvenil a través de las composiciones de
Manolo Díaz. Por ello fueron respaldados desde los departamentos de
producción del mercado musical del momento, bajo la dirección de
Alain Milhaud. En breve saldrá el libro que desgrana el sentido de
estos músicos, pero aún no se sabe si volverán al directo; lo
cierto es que ellos están dispuestos y son conscientes del rol
vanguardista que les tocó vivir.
En 1961 su tema Los chicos con las chicas y en 1973 coronaron el
número uno de las listas yanquis, difundiendo ellos una determinada
concepción vital para la gente joven. Así que los años, que a veces
pasan factura en lo negativo, también saben reconocer el papel
balsámico de sus protagonistas. Están ahí, estuvieron ahí el
domingo por la noche, en Santanyí y su existencia tiene sentido. El
Black is Black sonó mejor que nunca y la voz de Mike Kennedy
demostró haber pactado con el demonio, como el Fausto de
Goethe.
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