En la imagen rosario tipo 'altaret' (s. XVIII), del Santuario de Lluc.

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Elvira González, historiadora del arte, y Magdalena Riera, arqueóloga, han buceado en la tradición joyera de las islas y el resultado de su investigación se publicará en el libro «La joeria a les Illes Balears», que el Institut Balear de Desenvolupament Industrial (IDI) publicará en Navidad. El volumen recorrerá desde la prehistoria hasta el siglo XIX; se referirá al proceso de producción y técnica y contendrá un vocabulario de términos. Salvador Fortuny y Bárbara Beltrán, del IDI, son los coordinadores.

González y Riera explicaron: «Este trabajo divulgativo no es el estudio de todas las joyas que se usaron en Baleares, sino de las mejor documentadas». Los ejemplos de la prehistoria al Islam se encuentran en colecciones públicas como la del Museo de Mallorca, pero resulta más complicado acceder a modelos de siglos cercanos porque «una joya no se muestra como un cuadro».

Respecto a la prehistoria, las joyas se elaboraban en bronce o hueso porque se creía que el oro y la plata eran metales que sólo servían para acarrear problemas a la sociedad, según cuenta Riera. Con la invasión púnica de Eivissa entra el oro y se introduce la pasta de vidrio. Es con los romanos, año 123 antes de Cristo, cuando ya se puede hablar de orfebrería propiamente dicha. Las joyas que se conservan provienen de Pollentia. Hasta 1229 no se vuelve a contar con piezas. Se trata del Tesoro Almohade, que se encuentra en el Museo de Mallorca, un conjunto de joyas pertenecientes a una familia, que permanecieron ocultas hasta los años ochenta del pasado siglo. Destacan por el virtuosismo de su filigrana.