Miguel García lleva treinta y cinco años dedicado a los libros. FOTO: CURRO VIERA

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Los libros de segunda mano, como las antiguas cupletistas o los viejos rockeros, tienen siempre un pasado. Un pasado en el que no es difícil imaginarse al primer dueño -o dueña- del libro, leyéndolo con cariño en un sillón algo raído y destartalado.

En Palma, ciudad algo raída y destartalada también, las librerías de lance poco a poco van desapareciendo, quedando ya sólo cuatro o cinco, debido sobre todo a la paradójica, en principio, competencia que representa el ordenador para estos comercios.

Miguel García, nacido en León hace 58 años, lleva más de treinta y cinco ligado al negocio de los libros. Con siete años, siendo monaguillo, se dedicaba a sacar legajos antiguos de la sacristía, «el cura de la parroquia, viendo que tenía interés, me empezó a enseñar latín, y a los once años ya lo hablaba bastante bien».

García, hombre aventurero "«he recorrido toda la ruta templaria»", se estableció en Palma hace doce años. Su librería se llama «Mercadillo de Miguel». «Fui un poco el promotor de la idea de que Cristóbal Colón era mallorquín. Tengo una de las mejores colecciones de libros sobre él». Antoni Llabrés empezó en este trabajo hace veinticinco años, y ahora regenta «El Bazar del Libro», en donde se puede encontrar un poco de todo: libros, estampitas, cromos, tebeos o revistas. «Desde hace unos años se ha notado un resurgir de la venta de la literatura catalana, que interesa tanto a la gente joven como a la mayor», destaca.

Al igual que García, Llabrés considera que la irrupción de los ordenadores en muchos hogares ha afectado a las librerías de segunda mano, sobre todo «en la venta de diccionarios, enciclopedias o libros de consulta. Si necesitas un dato es más fácil consultarlo por Internet».

Daniel Cota y Eduardo Pernas trabajan en «Antiga». Su especialidad son los libros de segunda mano y antiguos. Trabajan también con ediciones raras o agotadas. Cota empezó a coleccionar libros antiguos con 14 años, «después te aficionas y si te sale una oportunidad te dedicas laboralmente a ello, pero nadie va por la calle y piensa 'esto debe ser un gran negocio'.