El pintor Rafael Mahdavi regresa a la galería Joan Guaita con una
colección de cuadros que resumen, como en una «síntesis», todos sus
intereses plásticos, obras que han sido creadas con la intención de
que su capacidad de emocionar y sugerir perdure en el tiempo y en
las que el artista combina elementos figurativos con sugerencias
abstractas, simbología de índole personal y referencias a
iconografías clásicas. Todo ello con una reconocida vocación
poética.
Los fondos de los cuadros que se pueden ver en la muestra
sugieren paisajes que surgen de una mirada que no es la habitual.
El paisaje no explícito, sobre el que Mahdavi ha trabajado en
diferentes etapas de su producción artística, llega a estos
lienzos, según explicó el artista, desde otra visión, la que se
contempla «desde el cielo cuando se viaja en avión o de los
paisajes bélicos a través de los infrarrojos». Rafael Mahdavi se
mostró ayer en la presentación de la exposición como un gran
conversador con ideas muy claras sobre el arte y la
«grandilocuencia» que lo envuelve, rebelándose contra la
«banalidad».
Mahdavi, que posee un perfecto dominio de la técnica, define
esta herramienta como «mis soldados». Él aprendió de joven
«copiando postales» en el Museo del Prado y ahora transmite su
saber como profesor de pintura, escultura y dibujo en dos escuelas
de arte en Francia con una intención muy clara: «Que no pinten como
yo, que busquen». Porque la búsqueda, la investigación, el cambio,
es algo inherente a su faceta de creador desde que, a los 20 años,
ya descubrió las posibilidades de la foto-tela. Mahdavi, hijo de
iraní y norteamericana, llegó a Mallorca con su familia cuando
tenía cinco años, y aunque su pasaporte es americano, confiesa que
«Aucanada es mi ancla psicológica».
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