Paquito d'Rivera mostró su enorme clase musical y personal sobre el escenario del Teatre Principal de Inca.

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El Teatre Principal de Inca acogió ayer la clase magistral de una de las leyendas vivas del latin-jazz, el cubano Paquito d'Rivera. Acompañado por Dario Eskenazi (piano), Oscar Stagnaro (bajo), Antonio Sánchez (batería) y Diego Urcola (trompeta), el trompetista y clarinetista de La Habana hizo las delicias de las 80 personas asistentes, músicos en su mayoría.

Paquito d'Rivera habló de su nuevo álbum, «una colección de piezas tanto tradicionales como propias» y negó que el público sienta miedo por el jazz o que éste sea una música para músicos. «Siempre hay público para todos los ritmos», afirmó. Según el trompetista, «el jazz siempre tuvo, desde sus inicios, un toque latino pero ahora esa influencia latina va creciendo dentro de toda la música actual y eso ayuda a que nos comprendan mejor. No hace tanto, cuando decías que eras de más al sur de la Frontera te cantaban 'La Cucaracha'. Y eso que es una canción alemana».

Paquito d'Rivera se encuentra muy a gusto en su nuevo papel de escritor ocasional tras la publicación de su divertido libro de memorias, titulado «Mi vida Saxual», y ya acaba de entregar al editor otra novela titulada «En tus brazos, moreno», que es una estrofa de su bolero favorito. «Ya desde niño me fascina escribir», aclaró el músico. Su humor, tan presente en sus libros, no le abandona cuando cuenta: «Se dice que el saxo es un instrumento muy erótico, como tener una mujer en brazos. No me parece muy apropiado ya que viene doblado de fábrica».

Paquito d'Rivera fue un niño precoz, «y procaz» añadió el músico riéndose. Dirigido por su padre, un conocido músico clásico en Cuba, actuó por primera vez sobre un escenario a los seis años. Un año más tarde la legendaria firma de saxofones «Selmer» le contrató, convirtiéndose, así, en el músico más joven que trabajaba para esta empresa. Cuando le recuerdan los Grammy conseguidos responde que «no trabajo para los premios». Este gran músico sigue soñando «con el día en que para ir a mi tierra no necesite de un permiso».