El épico que ha devuelto la vida al género de películas de romanos,
«Gladiador», se llevó el Oscar del desempate al mejor filme y se
alzó como el triunfador de la velada con cinco estatuillas. La 73
edición de la entrega de los Oscar mantuvo la sorpresa hasta el
último momento, repartiendo de una forma equilibrada los premios,
entre «Gladiador», «Tigre y dragón» y «Traffic», aunque se quedaron
cortas de una estatuilla, con cuatro cada una, para hacerse con la
victoria.
«Fuerza y honor», fue el deseo de los productores de «Gladiador»
cuando recogieron la estatuilla al final de una ceremonia que, en
sí misma, consiguió la victoria de mantener su duración por debajo
de las tres horas y media. Ese deseo quedó cumplido con las
estatuillas obtenidas por el filme de Ridley Scott, que además de
la mejor película se vio premiado al mejor vestuario, mejor sonido,
mejores efectos especiales y mejor actor, que fue a parar a Russell
Crowe, dejando así sin estatuilla a Javier Bardem.
«Cuando creces en los suburbios de cualquier sitio, un sueño
como este es ridículo», confesó el galán de la pantalla antes de
añadir que su triunfo demuestra a cualquiera que esté en esa
situación que «ese sueño, es posible». «Tigre y dragón» no pudo
hacer realidad el sueño de convertirse en la primera película
extranjera en conseguir el Oscar como mejor filme pero sus cuatro
estatuillas demostraron el poder de esta cinta, que se alzó con el
premio a la mejor película en lengua no inglesa.
Sin embargo, la mayor sorpresa de la noche fue la victoria de
Steven Soderbergh como mejor director por «Traffic» ya que si bien
aspiraba a dos galardones como realizador, por este filme y por
«Erin Brockovich», sus posibilidades de triunfar parecían divididas
más que aumentadas. «Yo soy el primer sorprendido», compartió el
realizador que incluso con la estatuilla en la mano no quiso
expresar sus preferencias por una u otra película «ya que la
preferida es siempre en la que estoy trabajando». Si bien «Traffic»
se llevó cuatro estatuillas (mejor guión adaptado, mejor director,
mejor montaje y mejor actor secundario) y «Erin Brockovich» sólo
una, la ganadora de este Oscar, Julia Roberts, convirtió el momento
en una coronación. «Amo al mundo. Soy tan feliz», exclamó la
ganadora al Oscar a la mejor actriz sin poder ocultar ni su alegría
ni su risa mientras reconocía desde lo más profundo de su corazón
su amor hacia este momento de triunfo.
La tensión que fue creando el continuo empate entre los
candidatos, como si se tratara de un partido de fútbol hasta llegar
al resultado final, contribuyó a la rapidez de este acto. El humor
del presentador de la gala, Steve Martin, contribuyó a este
espíritu de brevedad, sacando punta a todas las estrellas presentes
en la sala, además de la oferta de la Academia de Artes y Ciencias
Cinematográficas de entregar un televisor de alta definición al
ganador que ofreciera el discurso más corto en esta velada.
Sin embargo la emoción fue escasa y la sala sólo se puso en pie
para entregar los galardones de honor, en especial para recibir al
productor Dino De Laurentiis, ganador del premio Thalberg por toda
una vida dedicada al cine. «Quiero dar las gracias a todos los que
han trabajado conmigo y al público que ha comprado entradas, en
especial para mis películas», expresó el productor de «Hannibal».
Entre las sorpresas de esta edición estuvo el premio a Marcia Gay
Harden como mejor actriz secundaria por «Pollock». «Ed Harris me
aplastó con su abrazo durante un minuto y todo lo que podía pensar
era, ¡Dios Mío, estoy tan emocionada y orgullosa», expresó esta
actriz que prefirió tomarse el galardón como una victoria personal,
«de alguien que viene del teatro en Nueva York, de servir mesas» y
que nunca soñó en nada así. Aunque el puertorriqueño Benicio del
Toro era el favorito de los críticos a la hora de alzarse con el
Oscar como mejor secundario, cuando el premio se hizo realidad y el
actor prefirió tomárselo con humildad. «Es parte del juego», aclaró
el actor honrado de formar parte a ese pequeño grupo de actores
hispanos galardonados con un Oscar como José Ferrer o Anthony
Quinn. «Son actores como la copa de un pino pero también hay otros
hispanos como Andy García, Edward James Olmos o el puertorriqueño
Raúl Julia que no han sido reconocidos y son igual de buenos. Yo
sólo soy un actor y ahora he ganado», subrayó en referencia a un
premio que piensa llevarse de «gira» a Puerto Rico.
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