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ANDREU GOMILA -BARCELONA Acompañado por dos «primeras espadas» de la literatura catalana y europea (Carme Riera y Pere Gimferrer) Sebastià Alzamora presentó en Barcelona su retorno a la poesía después de su primera experiencia novelística con «L'extinció». El título de su tercer poemario es tan diferente e «innovador», según sus partenaires, como el contenido del mismo. Además, el autor asegura que es el libro más mallorquín que ha escrito.

Carme Riera entroncó directamente «Mula morta» con la poesía de Miquel Àngel Riera, pero sólo en el lenguaje, ya que la lengua de Alzamora «no es la calle, sino la de los payeses». Gimferrer fue más lejos, afirmando que el autor, «como Estellés, toma el habla de todo el territorio para construir un objeto verbal tan potente como Roís de Corella o Vinyoli».

Alzamora quiso enfatizar la presencia de un título algo enigmático. De hecho, no presenta esta conjugación por casualidad, sino por la fascinación que siente hacia el híbrido de caballo y asno por su potencia y esterilidad, «como una referencia a la existencia humana», y las connotaciones que esto tiene en la literatura, «entre el decir y el no decir». El sexto poema de la primera de las tres partes de esta «Mula morta» ofrece la clave a todo esto, ya que significa que «en la poesía no hay nada», además de acentuar el vacío que ha sufrido Alzamora durante los cuatro años que ha tardado en su escritura. El autor cree, además, que la mula es un animal muy apropiado para resumir la Mallorca actual, no la de sus abuelos, que ha querido recuperar en el poemario.