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Una innegable melancolía subyace en las canciones de Jarabe de Palo. Bajo su atractivo rock latino, con ribetes de cha-cha-chá y tumbao, las canciones tratan de sueños, recuerdos y lugares que provocan ciertas nostalgias. De todos modos, los casi 10.000 asistentes que se acercaron el pasado miércoles al Parc Municipal de Felanitx para disfrutar con Pau Donés y compañía se pasaron la mayor parte de la hora y media larga que duró el concierto coreando las canciones con inusitada alegría.

La actuación de Jarabe de Palo comenzó con media hora de retraso sobre el horario previsto, provocando algunas tímidas protestas entre los fans. Se tenía muchas ganas de volver a escucharles en nuestra Isla. Sobre todo tras los positivos augurios que se desprenden de la publicación de su tercer trabajo «Devuelta y vuelta», nominado a los Grammy latinos como mejor disco de rock-latino. Precisamente fue con la canción que da título a este último álbum, con la que iniciaron su actuación.

A partir de este momento el grupo catalán se metió al apretujado público en el bolsillo, moviéndolo al compás de los ritmos de sus canciones y de la bien explotada fórmula de estribillos pegadizos que ya todo el mundo conoce. Dando un repaso a los nuevos temas quedó, más clara si cabe, la madurez alcanzada de su propuesta musical, que aunque previsible, sigue teniendo un gancho innato para conectar con el gran público. Por ello, la interpretación de su gran éxito, «La flaca», sigue siendo la más esperada. No gustó que el grupo la comenzara unas tres o cuatro veces para a continuación detenerla en seco.

¿Se buscaba quizás más entrega, más éxtasis? El público olvidó al instante ese posible resquemor para acompañar a Pau Donés durante toda la canción, parafraseando cada estribillo y tarareando cada nota. El momento más emotivo de la velada fue la presencia sobre el escenario de Víctor Uris, el mítico armonicista mallorquín. Éste, un fijo en todos los conciertos de Jarabe de Palo ofrecidos en Mallorca, puso el colofón mágico a un buen concierto con su sentir blusero.