Magdalena Brotons, historiadora del arte y profesora de la UIB,
sabe mucho de escultura en las Islas. Primero publicó «Escultures
de Palma» (Edi. El Far). Ahora vuelve con «L'escultura a les
Balears en el segle XX» (Edicions Documenta Balear), un texto en el
que recoge la producción escultórica en distintas épocas.
El peso de Mallorca es evidente, comenta, tras recorrer también
Menorca y Eivissa en busca de datos y visitando talleres, un
trabajo que ha resultado arduo porque «los historiadores han
investigado poco, se han dedicado más a la pintura o arquitectura».
«En escultura queda mucho por hacer», añade. Brotons comienza con
la escultura de finales del XIX, llega a nuestros días y su
análisis parte más de nombres que de movimientos. «La escultura me
ha gustado siempre por cuestiones estéticas; quería saber lo que
sucedía aquí y como no encontraba nada comencé a buscar; me
interesa por el sentido de lo táctil que no tiene la pintura, el
hecho de la masa».
Así explica cómo comenzó a investigar en escultura, sobre la que
añade que, hoy, en las Islas, está «aletargada». Aunque es
consciente de las dificultades de los artistas respecto a la
pintura: de mercado, de coste de materiales, de espacio para
exponer. «Si quieres dedicarte a la escultura es mejor que te vayas
fuera, no hay muchas condiciones que juegen a favor de los
escultores», señala esta experta, quien promete que seguirá
ahondando en otros aspectos.
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