El astrofísico canario Juan Antonio Belmonte ha viajado a Mallorca
para analizar una teoría planteada por el arqueólogo Javier
Aramburu. Para éste, los talaiots cuadrados de Mallorca, de los que
hay 110, estaban orientados astronómicamente. Corroborado este
hecho por el científico, que trabaja en el Instituto Astrofísico de
Canarias, se puede adelantar que estos talaiots eran algo más que
torres de defensa según afirman las teorías vigentes, comentan
ambos.
Junto a Aramburu, Belmonte, experto en arqueoastronomía, ha
recorrido el campo mallorquín durante varios días. En total han
investigado 24 talaiots cuadrados de distintos municipios. Han
medido alturas y plantas, observado la localización, la relación
las montañas del entorno, la orientación de las puertas. En su
viaje de regreso se lleva todos los datos recogidos, que tiene que
poner a punto para publicar, pero adelanta: «Mi impresión es que
están orientados astronómicamente en un 80 por ciento de
posibilidades». Y relaciona esta orientación con el sol y la luna,
«un patrón respetado en toda la cuenca mediterránea».
Belmonte ha estudiado 1.500 monumentos megalíticos en el
Mediterráneo. Los resultados de estos trabajos de campo, son «una
prueba más de que eran monumentos sagrados, no torres de defensa».
Se trataba de orientar el edificio en el paisaje de manera que los
dioses fueran propicios. Belmonte se interesó por la teoría de
Aramburu tras conocer el libro «Atlas de arqueología y astronomía
en el Mediterráneo occidental», producto de su tesis doctoral,
donde se reflejan sus estudios sobre los talaiots mallorquines.
«Javier sólo tomaba la orientación, pero para saber si tienen una
orientación astronómica hace falta un segundo dato, la altura sobre
el horizonte, que se denomina acimut». Ésa, y otras, han sido las
mediciones que él ha estado haciendo estos días en Mallorca.
Autor del libro «Las leyes del cielo», Belmonte añade: «Todos
los monumentos están orientados de forma especial, desde los
dólmenes más antiguos». De sus caminatas por la Isla concluye: «La
complejidad y riqueza espiritual contrasta con el abandono en el
que se encuentran estos monumentos». El científico canario muestra
algunas señales de la falta de limpieza y conservación de los
mismos en su propio cuerpo, heridas producidas por la maleza que
los cubre.
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