Los órganos históricos mallorquines suscitan un gran interés entre
los especialistas del sector. Si los organistas viajan a la Isla
para conocer en directo el sonido y características de los mismos,
estos días lo hacen organeros procedentes de distintos países de
Europa y América que hoy finalizan las visitas a distintas
iglesias, reciben explicaciones, hacen preguntas y disfrutan de la
musicalidad de unos instrumentos que para ellos toca Miquel
Bennàssar.
El colegio de los padres agustinos se ha convertido en la sede
de este grupo de expertos, reunidos en el Congreso de la Sociedad
Internacional de Órganos, presidida por Fritz Noack, y coordinado
por el organero alemán Gerhard Grenzing, residente en Barcelona,
estudioso de los órganos mallorquines y restaurador de muchos de
ellos.
«Los órganos de Mallorca representan la evolución del órgano
ibérico de Cataluña, Balears y Valencia, diferentes a los del
centro de la Península, y con la particularidad de que aquí
sobrevivieron a la Guerra Civil lo que da para buscar sus raíces,
evolución y particularidades». Para este constructor de órganos
artesanos de tubos, cuyos productos se pueden escuchar de Madrid a
Japón, «ha sido la música hecha en estos órganos la que ha
despertado el interés en constructores y restauradores».
Fueron algunos discos grabados en los mismos los que impulsaron
a Grenzing a visitar Mallorca, hace 32 años, donde comenzó a
restaurar «siguiendo el espíritu de la época», algo fundamental
para rescatar y mantener viva el alma del instrumento, lo que exige
«intervenciones correctas». Admirador del mallorquín Jordi Bosch,
fundador de una dinastía de organeros al que califica de genio,
Grezing destaca que el órgano de Santanyí es «sublime, el más bello
del mundo». Siguiendo la estela de los maestros, dice que un
constructor debe tener «ética, humildad para no imponer lo que uno
quiere sino estudiar lo que hay en origen».
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