El franciscano Antoni Martorell posa en su cuarto de trabajo en el convento de Sant Francesc. Foto: J.TORRES
Una mesa abarrotada de libros de música y papeles en un revuelto orden. Arrimado a la pared, un piano. Más libros en las estanterías. El despacho del compositor Antoni Martorell, en el convento de Sant Francesc, es un espacio austero al que se accede por unas escaleras y una galería decoradas con enormes lienzos barrocos de contenido religioso. Entre estas paredes compone e investiga desde que regresó de Roma cuando, en 1982, se jubiló de la docencia. Muy delgado, siempre con corbata, vital, confiesa 88 años y luce una elegante pulcritud. Este investigador del folclore musical será investido mañana doctor honoris causa por la Universitat de les Illes. La ceremonia tendrá lugar en Montuïri, su pueblo natal, con el que comparte el homenaje.
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