Jubilado de la enseñanza del arte y el dibujo, tiene fama de culto,
pero también de no prodigarse en el mundillo. Por ejemplo, ha
expuesto mucho en la galería Juan Gris de Madrid, pero poco en
Mallorca. Por eso, el galerista Pep Pinya ha reunido parte de su
obra de los últimos 10 años para colgarla en el Centre Cultural
Contemporani Pelaires, una muestra que se inaugura esta tarde y que
'descubrirá' al gran público a un artista que practica una
figuración muy personal con una vocación de «total libertad».
Damià Jaume (Palma, 1948) no ha trabajado para el escaparate,
una actitud que comparte con otros creadores baleares de su
generación. El boom del arte de los años ochenta, época en la que
reinó la ceremonia de la confusión, consiguió que se reafirmara en
que «el artista debe ser fiel a sí mismo», lejos de las modas, para
encontrar su camino. El artista es aquel que tiene «un don
natural», dice, «y no lo vas a traicionar, debes tener confianza en
el mañana; yo no he utilizado éste don para cheques bancarios».
Así se expresa Damià Jaume, quien también apunta con humildad:
«Igual esto ha sido una actitud de cobardía». Porque parece que no
le gusta mucho ese ambiente de fuegos artificiales que rodea al
mercado del arte: «He pintado para mí», dice. «Y lo siento por el
cliente si los colores le parecen suaves». Sutileza, poesía,
intimismo. Su pintura, confiesa, no es ajena a cualidades que se
consideran femeninas «y que los hombre no suelen reconocer», muy
machos ellos. Damià Jaume reconoce que se esconde del mundanal
ruido; que se reafirmó en la figuración por influencia de David
Hockney y que le gusta Dubuffet; que expresa mucho con pocos
elementos; que se escapa un poco por los agujeros de sus telas,
«que solo hago hace unos cuatro años», y muchas otras cosas.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.