Eudald Carbonell acompañó sus explicaciones con proyecciones informativas. Foto: J.MOREY/J.TORRES.

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Las claves sobre los distintos estados evolutivos del hombre a lo largo de millones de años siguen siendo un tema de rabiosa actualidad. Las distintas hipótesis científicas barajadas por el profesor Eudald Carbonell sobre los descubrimientos de Atapuerca consiguieron convencer a un público extremadamente atento. El presidente del Grup Serra, Pere A. Serra, hizo las presentaciones preliminares del acto, celebrando la presencia de Carbonell en el foro del Club Última Hora. Poco después, el director del Museu de Mallorca, Guillem Rosselló Bordoy, presentó al investigador catalán como un excelente comunicador.

Carbonell corroboró esta afirmación dando muestras de una gran capacidad para explicar de forma ordenada, precisa y con gran rigor científico unos conceptos de gran complejidad. Para el científico, el proceso evolutivo no se detiene: «Después de seis millones de años de evolución biológica y 2'5 millones de evolución cultural aún no somos los Humanos», señaló al principio de la charla. El erudito comenzó destacando las investigaciones de Atapuerca como una de las más punteras en el mundo de la peleontología: «Los 25 años de investigación continuada han sido claves para entender el proceso de formación de la inteligencia operativa del hombre», dijo.

En primer lugar, destacó varios factores «externos» que influyeron en el proceso de hominización. La adopción de la posición bípeda fue decisiva. El cambio climático acontecido hace tres millones de años en el planeta Tierra propició un aumento de la diversidad biológica. Según el investigador, «la gran capacidad de ecosistemas aumentó el nivel de competencia intraespecífica de los homínidos, lo que contribuyó a aumentar notablemente su nivel técnico de operatividad». La producción de códigos informativos aceleró ese proceso. Carbonell hizo la pregunta: «¿Por qué los hombres gozamos de comportamientos tan diferentes del resto de los animales?». Una primera respuesta no tardó en llegar: «Somos humanos porque tenemos la técnica, lo que contribuye a nuestra resocialización. Esta capacidad de creación de tecnología define los primeros pasos del Homo hacia la inteligencia».

El científico hizo una exposición de las características del Homo Ergaster aparecido en Àfrica: «Aún no sabía hablar, no tenía un lenguaje articulado». En un principio, sostiene Carbonell, «no había homínidos fuera de Àfrica. Los menos adaptados al medio partieron hacia otros continentes, como Europa, por el corredor de Palestina». El profesor recordó: «Se trata de hipótesis de trabajo, lo que no significa que sea verdad».

Otra de las cuestiones fue: «¿Por qué Atapuerca tiene tanta importancia?». Con la ayuda de una pantalla informática, señaló la ubicación estratégica del yacimiento arqueológico en el corredor de Bureba (corredor de paso estratégico entre el Mediterráneo y el Atlántico) y las colosales dimensiones del sistema cárstico, que conforma un entramado de cuevas de cuatro kilómetros topografiados. Esta cavidades, conocidas desde el siglo XIX, han dejado una gran cantidad de material fósil que ha sido estudiado con profusión a lo largo de los años. Sólo la cueva Gran Dolima (20 metros de altura y 11 niveles) contiene 800.000 años de historia fosilizados. Fruto de las constantes investigaciones, se descubrió la existencia del Homo Antecesor. Las primeras teorías arrojadas por Carbonell señalan que el canibalismo era una práctica habitual antigua y que se daba en el pleistoceno inferior.

A continuación, se describieron las características del Heidelbergensis, habitante de la sierra de Atapuerca. «El descubrimiento de la primera acumulación de restos funerarios realizada de forma no fortuita lleva a pensar que estamos ante el primer ritual funerario conocido». El erudito prosiguió con sus sorprendentes explicaciones diciendo que: «Sostenemos la teoría de que se enterraba a gente muerta de forma traumática. Los restos demuestran que muchos perecían antes de los 20 años. La muerte sobrevenía al salir del ambiente proteccionista de las comunidades, ya que el entorno era demasiado hostil y violento. Las consecuencias eran terribles».

Otro aspecto que se abordó fue el del bimorfismo sexual, es decir las posibles diferencias de tamaño entre machos y hembras. «El estudio de los huesos largos y la dentición parecen confirmar que ambos eran de estatura similar. Este bajo diformismo esta indicando una función cultural parecida al que se da en el Homo Sapiens», expuso. Las investigaciones realizadas en la Sima de los Huesos, otra cavidad básica para entender los progresos de Atapuerca, arrojaron las siguientes conclusiones: morían muy jóvenes, sabían hacer fuego (posiblemente el fuego se inventó en Europa) y tenían herramientas. En esta cueva se encontraron 3.500 huesos de 30 cuerpos diferentes. Con la declaración «El Homo Sapiens es la integración de la diversidad de las especies humanas», Carbonell dio por cerrada la conferencia y dio paso a un nutrido turno de preguntas.

El público se interesó vivamente por diferentes aspectos. Uno de los presentes comparó la corta esperanza de vida de un mallorquín del siglo XVI, estipulada en 20 años y pico, con nuestros ilustres antecesores. Otra pregunta giró en torno a la comparación de la edad fértil de un chimpancé con la de un humano. Carbonell aseguró que las teorías de su equipo están reconocidas en las principales revistas internacionales, aunque resaltó que «siempre son aproximativas y que falta muchísimo por descubrir».