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Con una estructura exterior que se va escalonando a base de terrazas, y una cubierta de madera diseñada para recordar la de los barcos de la bahía, el edificio del futuro Museu d'Art Modern i Contemporani (MAMC) tendrá una característica: la mediterraneidad. Serán 5.000 metros cuadrados de espacio para obras de arte enclavados en el interior del Baluard de Sant Pere, donde, ayer por la mañana, comenzaron las obras tras la firma del acta de recepción.

Máquinas, obreros y técnicos tomaron posesión del interior de lo que fue una fortificación militar para dar paso a las primeras actividades: limpieza del solar, movimiento de tierras, cimentación y montaje de grúas. Allí estuvieron los arquitectos, representantes de la UTE Dragados/Llabrés Feliú, que construirá el edificio; la empresa IDOM de ingeniería, que llevará el control, y del Ajuntament. Serán 12 meses de obras. Luis García-Ruiz, director del equipo de arquitectos, integrado también por Jaime García-Ruiz, Vicente Tomàs y Àngel Sánchez Cantalejo, confía en que éstas se lleven a cabo en el plazo previsto.

El terreno «nos ayuda porque al ser natural evitamos restos arqueológicos». Las catas no sacaron a la luz elementos patrimoniales, pero sí se descubrió un antiguo aljibe de 40 metros de largo, 9 de alto y 12 de ancho que se integrará en la estructura como sala de exposiciones. Desde él se transportaba el agua a los barcos. Las características del terreno también favorecen la cimentación de los sótanos: «la mitad del museo está en un sótano», comentaron los arquitectos. Enclavado entre las murallas del Baluard, el volumen del edificio no sobrepasará la altura de las mismas aunque éstas sí se podrán recorrer por el llamado paseo de ronda que, en su parte superior, las circunda por el interior. Paralelamente a la construcción se irán restaurando, ya que se encuentran en bastante mal estado.

García Ruiz y Tomàs destacaron que todo el conjunto del MAMC será muy paseable, como pide el clima de la Isla, un espacio por el que se podrá caminar contemplando obras de arte tanto en las salas como en los exteriores, donde se ubicarán las esculturas, o las terrazas que definen el edificio, «que van cayendo como si fuera una grada» y permitirán una magnífica vista del mar. Será un edificio muy mediterráneo, afirman sus diseñadores. La iluminación, natural y artificial, es otro de los aspectos que resaltaron y para conseguir la correcta se contó con uno de los mayores expertos en este sector, el italiano Carlo Ercoli.

«La luz natural entrará controlada», comentó Tomàs, aspecto fundamental en un museo, pues puede dañar los cuadros. «En éste será posible oscurecer totalmente algunas salas cuando se necesite», añadió. Junto a la luz, la seguridad y la climatización definen un edificio museístico. Aquí, según Tomàs, a ellas se ha dedicado una buena parte del presupuesto. Desde 1996 los expertos han implicado a muchos expertos, como Carlos Iturriaga, que trabajó en el Guggenheim.