Fue en el otoño de 1955 cuando en Palma, en la calle Bosque, nació
una revista que acogió las voces literarias en el exilio, apoyó el
arte plástico contemporáneo y dio cabida a nuevos autores. Se
llamaba «Papeles de Son Armadans» y su impulsor y director era una
persona muy singular, el escritor Camilo José Cela Trulock.
Cela puso en marcha toda su energía, movilizó a sus amigos,
tanto dentro como fuera de la Isla, y el primer número ya fue una
muestra de la línea que seguiría la publicación con las firmas de
Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, José María Castellet o Rafael
Sánchez Ferlosio, entre otros. Cela acudió al impresor Luis Ripoll,
quien trabajó en la revista durante 15 años «hasta que no pude
más», como escribiría en el número editado en 1980 con motivo del
homenaje promovido por la galería Bearn a esta publicación, una
edición ilustrada en la portada con un dibujo de Joan Miró.
Fernando González Fernández-Corujedo, que trabajó con Cela
durante 20 años, recuerda sobre la revista que «de ahí salió
muchísima gente desde el principio de los cincuenta» y cita nombres
como «Barral, Gimferrer, Villena». Entre los mallorquines no olvida
a Porcel. «Papeles», que aunque se publicaba en castellano se
preocupó por los escritores en catalán, ha vuelto a la actualidad
con la publicación de un nuevo tomo de las memorias de Caballero
Bonald, «La costumbre de vivir», quien en 1956 se trasladó a la
Isla para ser su subdirector. En el libro recuerda la imprenta de
Mossèn Alcover, donde se imprimía, como «una especie de reliquia
balear de las artes gráficas».
También Pere A. Serra, editor del Grupo Serra, habló de
«Papeles»: «Si Camilo no hubiera hecho otra cosa más que esto ya
habría valido la pena que hubiese estado entre nosotros; es un
resumen literario, poético, artístico e histórico de los años
cincuenta y sesenta en Mallorca». Para el escritor Cristóbal Serra
«conectó a la gente del exilio con el público español» e hizo «una
gran labor cultural». Según escribieron Corujedo y Gabriel Ferret
en «Cela en Mallorca»: «El número 1 hubo de ser reeditado». La
revista apoyó el arte. En sus portadas aparecieron dibujos de Miró,
Tàpies, el grupo El Paso o Angela von Neumann, entre otros muchos
creadores.
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