Durante dos años, Antònia Arbona se adentró en el mundo creativo de
Jaume Pomar. Buceando entre sus versos, analizó, línea por línea,
toda su producción. El resultado se encuentra en «La poesia de
Jaume Pomar. El poderós exorcisme de la metàfora», editado por
Lleonard Muntaner, un libro que ofrece las características de
Pomar. «La idea nació de un trabajo universitario que me hizo
descubrir que estaba en un terreno no explotado», aseguró la
autora. Despacio, fue tratando todos los aspectos que veía y
descubrió tres ejes. El primero, «su condición judía». El segundo,
«el no tener hijos».
El tercero, «cierto machismo», una novedad de la que antes nadie
había hablado y que la autora ve como «vestigios generacionistas».
Este aspecto «no tiene importancia ya que la mujer protagoniza sus
obras». El resultado: «Su persona no queda bien parada cuando se
refleja en su poesía». Pomar «domina el verso, la métrica y la
metáfora». Sin embargo, de sus piezas se desprende una persona
«depresiva, solitaria, sin pareja estable», hecho que no ha
agradado a Pomar.
«Trabajar con un autor vivo cuesta porque presiona
constantemente», dijo Arbona. El estudio de una obra tiene «tantas
lecturas como lectores». «No me interesaba una interpretación
dictada». El yo poético de Pomar «solitario y depresivo» se pierde
con el tiempo. Los tres temas constantes de su obra, «amor, muerte
y patriotismo», cambian con el paso de los años hasta lograr una
«madurez humana». La evolución formal se centra en la manera de
«condensar las metáforas, más profundas» y, la evolución creativa,
se plasma en «una manera de tratar las cosas más distanciada».
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