«Si tiene un papel, que lo muestre». Así contestaba ayer el
arqueólogo Biel Pons a la acusación hecha por Rupert Spillmann,
supuesto expoliador de Santueri, de que «los arqueólogos» del CIM
le habían permitido sacar fuera de Mallorca los materiales que
había hallado en el castillo con el detector de metales. «Ha
utilizado el permiso "el que expidió la Comisión de Patrimonio en
1998 a Spillmann y dos arqueólogos para hacer prospecciones en el
castillo con detector" como una patente de corso», dice este
técnico del Consell. Damià Pons, conseller de Cultura del CIM en
1998, respondió también a Spillmann: «No tengo conocimiento de que
salieran fuera de Mallorca materiales de Santueri». La carta
enviada por Spillmann a y «Mallorca
Magazin», en la que el médico suizo habla de sus idas y venidas a
Santueri con el detector, movilizó a los responsables políticos del
CIM a primeras horas.
Ultima HoraJoana Maria Palou, directora insular de Cultura, explicó que
Maria Antònia Vadell, consellera de Cultura, y Antoni Pascual,
conseller de Urbanismo y presidente de la Comisión de Patrimonio,
se reunieron con los servicios jurídicos del CIM para «analizar»
las declaraciones del médico suizo en la prensa, en las que deja
claro que su actuación en Santueri comenzó por su cuenta, sin que
se sepa cuándo, "sí dice tener casa en Mallorca «desde hace 30
años»" y, sobre todo, sin el adecuado control de la administración.
«Se pidió a los funcionarios técnicos y jurídicos que analicen la
carta y hagan un informe a partir del cual el departamento jurídico
del Consell pueda calibrar si hay delito o no y en base a esto
elevar a fiscalía», dijo Palou en referencia al sentido de la
reunión. Se abre una nueva vía que se añade a la investigación
administrativa en curso sobre la que, Miquel Àngel Grimalt,
director general de Urbanismo, aseguró: «En un plazo razonablemente
corto se harán públicas las conclusiones».
Miquel Barceló, que firmó como secretario de la Comisión de
Patrimonio que dio permiso a Spillmann y a los arqueólogos en 1998,
es el instructor. Esta firma no le invalida para ello, dice
Grimalt, «porque no tenía voto». Grimalt habla de Santueri como «un
caso complejo, alargado en dos legislaturas» y reconoce de nuevo
una «descoordinación» entre dos departamentos del CIM, Patrimonio
Cultural y Patrimonio Histórico, que «indica que hay que ir con
cuidado máximo en cuanto al patrimonio histórico». Ambos se crearon
en 1999. Esa falta de cordinación queda patente cuando Palou
asegura: «Se me dijo que los hallazgos del suizo eran fruto de un
hallazgo casual y no tengo por qué dudar de la administración». «La
carta de Spillmann me ha dejado muy tranquila». En ella queda claro
que los hallazgos no fueron casuales. Palou aseguró que «lo de
Santueri es una gota en el mar».
«Espero que sirva para que la gente se dé cuenta que la
protección del patrimonio no es moco de pavo, tenemos 3.000
yacimientos y no 3.000 funcionarios». Spillmann estuvo solo en el
castillo con el detector de metales, lo que no debería haber
ocurrido ni una sola vez pues no es un profesional de la
arqueología. Joaquim Vidal, propietario del castillo, cuenta que
«hace tres o cuatro años» encontró por casualidad a Spillmann en su
propiedad «con el detector de metales». «Le pregunté qué hacía
allí, le pedí que me entregara lo que hubiera encontrado y le que
se fuera», dijo Vidal. «Me informó que tenía un permiso del CIM y
me lo enseñó diciendo que formaba parte de una investigación del
Consell; nosotros, la familia, no teníamos conocimiento de que se
hubiera otorgado ningún permiso». Vidal se puso en contacto con del
servicio de Patrimonio para conocer qué sucedía y le contestaron
que «el suizo estaba siendo controlado por el CIM».
Una persona ha contado a este diario que vio a Spillmann en
septiembre de 2000 en el castillo. Tilo Ulbert, director del
Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, también le vio el 12 de
abril de 2001. En ambos casos esgrimió un permiso del CIM que sólo
era válido para 1998. Grimalt dice: «No tengo constancia de que se
le hubiera renovado». Biel Pons asegura: «No se le renovó».
Spillmann habla de una «verdadera investigación arqueológica» que
quería «pagar el gobierno alemán». Esto se refiere, según la
catedrática Margarita Orfila, una «prospección geofísica que
haremos el próximo verano con aparatos que, sobre la tierra, y
mediante ondas, nos dirán si debajo de donde actuó Spillmann hay
estructuras constructivas». Ella y Ulbert llevan el proyecto.
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