Fotografía de la cata abierta en el patio de Can Óleo y de las diferentes estructuras halladas. Foto: JOAN TORRES

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Can Óleo ya no tiene secretos para los expertos en arte y patrimonio de la Universitat de les Illes, propietaria del casal, que han indagado en sus muros, 'fantasmas' y subsuelo descubriendo que, por ejemplo, en época islámica alguien escondió en un tesoro en una tinaja, pero volvió a recuperarlo; que fue una casa desafortunada con pocas épocas de esplendor; o que sus bajos, divididos en «cuchitriles» sin ventanas, se utilizaron hasta la mitad del siglo pasado como viviendas. Un «completo» estudio de este palacio urbano del siglo XV servirá como base a su rehabilitación.

Las catas arqueológicas, con el arqueólogo Mateu Riera al frente; y los análisis de arqueología de la arquitectura e histórico, dirigidos por José Morata, profesor del departamento de historia del arte de la UIB, constituyen un «estudio modélico de actuación sobre una casa antigua». «Hacerlo era una obligación y un deseo para la universidad», dice Morata, mientras muestra las estancias del interior de la casa, muy deterioradas, en las que aún se pueden ver bastantes restos de azulejos del siglo XV, otros modernistas, y hasta papeles pintados decorando las paredes hechos a base de un material que parece terciopelo.

Can Óleo se comenzó a construir en 1497 y es la suma de dos casas separadas por una escalera gótica. Debido a los «altos y bajos» en la historia de sus habitantes, y con sólo dos momentos de auténtico esplendor, uno en el XVII, con Jordi de Sant Joan Sureda, ofrece «un aspecto arcaico, con un patio que no se cierra, apunta Morata. En cuanto a las excavaciones, en el patio se abrió una cata de considerables proporciones que ha permitido documentar los niveles desde el siglo XX hasta la época romana. De ésta se han hallado dos pavimentos y una columna. Construidos con opus signinum, el cemento romano, sobre ellos se halló «el derrumbe de las paredes con trozos estucados decorados», dice Mateu Riera.