Ignasi Gelabert inaugura hoy, en la galería Joan Oliver «Maneu», su
primera exposición individual, una muestra en la que se reúnen un
total de 13 óleos sobre tela. La muestra se incluye dentro del
proyecto impulsado por el Consell de Mallorca y la AIGAB para
potenciar a los jóvenes artistas, una iniciativa que el pintor
considera «muy positiva si funciona bien, porque cada vez es más
difícil exponer en galerías».
La muestra reúne obras realizadas en 2000 y una serie de
actuales, mostrando así la evolución. «Mi obra tiene un carácter
expresionista, especialmente en el trazo, aunque también busca una
armonía estructural, porque un cuadro ha de ser estético. Esto es
importantísimo», asegura el pintor. Este expresionismo es cada vez
menos evidente, ya que con el tiempo tiende al control del trazo, a
la depuración de la obra, una evolución en la que tiene un gran
peso su estancia en Banyalbufar.
Gelabert define su obra como una mezcla de «racionalidad e
irracionalidad, ya que busco el subconsciente, la cosa instantánea.
Aunque no utilizo el automatismo, porque mi obra está muy estudiada
en su estructura, convivo con un cuadro durante meses antes de
darlo por concluido».
Su obra mezcla la abstracción con un cierto realismo. En ella se
pueden ver rostros, animales, aspectos de la naturaleza. «Es fruto
del humanismo radical que se me ha inculcado y las personas siempre
me han transmitido sentimientos. Por esto están en mis cuadros,
aunque yo tiendo a la abstracción cruda».
Ignasi Gelabert trabaja sobre el color natural de la tela. Sus
obras, pese a que en el inicio tenían colores puros -«para mi el
amarillo es el color más violento; el rojo el más patológico; y en
el negro está la paz», dice- cada vez tiende más al monocronismo y
a crear obras en las que domina el negro.
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