«Las cuatro palabras que puedo decir están aquí expuestas entre
estas paredes en las que vivió y pintó el maestro Dionís Bennàssar,
maestro y amigo toda mi vida».
El escultor Jaume Mir inauguraba con estas palabras, el sábado
noche, rodeado de amigos y artistas, la exposición recopilatoria de
su obra que se muestra en la Fundació Dionís Bennàssar de Pollença
bajo el nombre de «La mediterrànea de Jaume Mir». El artista, poco
amigo de las exposiciones, explicó a los presentes que «la gran
amistad que me unía con artistas como Bennàssar, Anglada Camarasa y
Cittadini, que me aceptaban como uno de los suyos siendo treinta
años más joven, es lo que me ha decidido a exponer aquí mi obra.
Saber que era en homenaje a Bennàssar es lo que finalmente me ha
decidido».
Esta es una de las escasas ocasiones que un espacio consigue
agrupar la obra del emblemático artista que, a lo largo de su vida,
ha dado forma con cada una de sus esculturas a los personajes de la
mitología balear.
Así lo recordó durante la inauguración de la muestra la
consellera de Cultura del Consell de Mallorca, Maria Antònia
Vadell, que agradeció a Mir «su contribución a hacer país,
cultivando nuestra tradición en cada una de sus obras». «Basta ver
la colección de honderos», dijo Vadell. También asistió el
conseller de Cultura del Govern balear, Damià Pons.
La inauguración de la muestra se convirtió en un auténtico
acontecimiento social. Mientras que las calles de Pollença
permanecían desiertas tras la resaca de la fiesta de Moros y
Cristianos, en la fundación se reunían artistas como Pep Coll,
Pilar Cerdà, Xavier Llull, Joan March, Miquel Botatoxo, Juan Ramón
Bonet o Marian F. Moratinos, entre otros.
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