La pequeña y tranquila localidad polaca de Strzegom no ha podido
evitar rendirse al ritmo y frescura de la música que los
componentes de la Escola de Música i Dansa Bartomeu Enseñat Estrany
han traído.
El Festival Internacional de Folklore, que se celebra desde hace
once años, es un gran acontecimiento para esta ciudad. Los
mallorquines se han sorprendido al observar cómo a su paso iban
saliendo los vecinos, asomándose a ventanas y balcones, además de
ser literalmente abordados por mayores y niños armados con pequeñas
libretas con el fin de obtener un autógrafo de los bailarines y
músicos. Tras su primera actuación en Plaza del Mercado, incluso un
joven se acercó a una de las mallorquinas portando un gran corazón
rojo mullido y, tras darle tres besos, le confesó sentirse
cautivado por su forma de bailar.
El ambiente que se pretende dar al festival es obviamente de
hermandad entre culturas, lo que se ha demostrado con la
celebración de una entrañable velada en la que los grupos
folclóricos tenían que enseñar a sus compañeros sus respectivas
danzas. Así, si los mallorquines se mostraron alumnos aventajados
ejecutando danzas polacas, eslovacas, mexicanas o rusas, el resto
de participantes hizo lo propio con jotas y boleros, siendo la nota
cómica el hecho de que se hiciera bailar a todos En Joan Petit quan
balla.
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