Mucho público y sobredosis de políticos. La Nit de l'Art abrió ayer
las puertas de galerías y museos como primer acto de la temporada
artística. La cita con la plástica, ya consolidada, gana
espectadores jóvenes en paralelo a la inclusión de artistas
emergentes en el programa, síntoma de que el arte goza de buena
salud en nuestras islas. La presentación del catálogo del escultor
gallego Manolo Paz, en la Fundació Pilar i Joan Miró, fue el primer
acto de una calurosa y húmeda tarde-noche festiva.
Pero lo que se convirtió en comidilla de los más perspicaces fue
la masiva afluencia de políticos, signo de que calienta motores la
campaña electoral. Su punto de encuentro, el Casal Solleric, donde
se exhibe la obra de Luis Feito, toda una lección de pintura que el
centro comparte con la Miró. Allí también cuelga sus fotos el
siciliano Ferdinando Scianna y en el Espai Quatre muestra una
instalación de Domingo Sánchez Blanco. En la foto oficial faltaba
el alcalde Joan Fageda, que llegó con retraso, y se unió a la
comitiva. Junto a las autoridades que rigen la cultura ciudadana,
isleña y autonómica, nuevas caras para el baño de multitudes.
De estreno, el vicepresidente Pere Sampol y la delegada del
Gobierno, Catalina Cirer. También estuvieron la consellera de
Cultura del CIM, Maria Antònia Vadell, y la directora insular Joana
Maria Palou. Habituales en la Nit de l'Art, además del alcalde, el
conseller de Cultura, Damià Pons; la concejala de Cultura de Cort,
Carme Feliu, y el director general de Cultura del Govern, Pere
Muñoz. Varios concejales del PP acompañaban a Fageda y a la
candidata Cirer. En la galería Altair, donde expone una obra muy
pop el joven Pepe Vives, encontramos a otro alcaldable, Antoni
Roig. La CAM, que patrocina las muestras del Solleric, estuvo
representada por Guillem Daviu, y la Obra Social de Sa Nostra, por
Andreu Ramis.
Pintura, menos fotografía, poca escultura y performances, que se
unieron este año a la fiesta, fueron las protagonistas. Muchos
artistas en la calle y felices. Jordi Alcaraz, en Pelaires, grata
sorpresa; Xavier Fiol expuso a sus estrellas Ricard Chiang, Paco
Espinosa y Santiago Picatoste. Cveto Marsic colgó mucha materia en
Ferran Cano y en el Casal Balaguer expusieron las galerías Van der
Voort, de Eivissa, con delicadas esculturas de Laura Lio; Bennassar
colgó la pintura de Miquel Planas; Quasars estuvo con Juan Antonio
Tinte y José Vicente, y Marimón con una colectiva.
Joanna Kunstmann vino de Santanyí con Horacio Sapere; Antonio
Camba mostró «El jardín del holandés» de Ramon Company; a la
Mediterránea, Luis Vidal llevó su propia visión del reino animal;
Guaita expuso fotografía de Francisca Far y Maneu los personajes de
Llabrés Campins; las fotos irónicas y «setenteras» de Carles
Congost pueblan la Horrach Moyà, artista que presentó una
performance en el Centre de Cultura Sa Nostra con el enfant
terrible Joan Morey. Bernardo Torrens sigue en el CCC Pelaires; el
modernismo de Jujol tomó el Gran Hotel y el arte menorquín el Espai
Ramon Llull.
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