Agustí Villaronga, en codirección con Lydia Zimmermann e Isaac P.
Racine, presentó ayer en el Festival de San Sebastián la película
«Aro Toulbukhin. En la mente de una asesino». Se trata de un falso
documental sobre un verdadero asesino que, horas más tarde de su
primera proyección, ya se perfilaba como una de las cintas más bien
colocadas de la sección oficial para recibir el premio de la
crítica. A la proyección asistió Pere Muñoz, director general de
Cultura del Govern. Una cinta en la que la ficción y la realidad se
mezclan hasta crear un juego mayúsculo sobre la capacidad de
manipulación del cine a partir de hechos reales.
El punto de partida es la condena a muerte de Aro Toulbukhin
después de haber quemado vivas a siete personas en una misión de
Guatemala. A partir de aquí, en una obra que deja ver el sello de
Villaronga, se muestra a un personaje medio real y medio ficticio
mediante el cual se exploran los diferentes formatos que ha dado el
cine desde su nacimiento. «Es algo que se está haciendo no sólo en
cine, también en exposiciones y es la prueba de que el cine, que
nació como un reportaje y después se convirtió en literatura, ahora
se alimenta de sí mismo», comentó Villaronga.
El resultado es una cinta bastante innovadora que ni tan sólo
los propios directores se atrevieron a clasificar. Desde Súper 8 a
35 mm, pasando por la imagen digital y el blanco y negro, hasta
entrevistas a personajes reales que vivieron los hechos y
recreaciones ficticias con personas hasta ahora ajenas al cine son,
entre otros, los ingredientes de esta cinta de gran eclecticismo
visual. Según Villaronga, ni tan siquiera él se explica cómo han
podido conjugarse tan bien estas fórmulas y lenguajes.
Tras su último paso por la sección Zabaltegui en el inicio de su
carrera, Villaronga concurre por primera vez en la sección oficial.
La mayoría de las quinielas apuestan a su favor. Villaronga es un
realizador bastante querido en los festivales europeos y siempre
suele conseguir alguna distinción. Se tendrá que esperar al
domingo, pero lo cierto es que, ayer, la cinta no dejó indiferente
a nadie, ni a amigos como Antoni Eloy ni a los amantes del cine
comercial.
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