El pintor argentino Fernando Savino y el restaurador Koldo Royo han
llevado a cabo una iniciativa que, cuando menos, puede calificarse
de original. Han organizado una exposición de pintura en los
lavabos del restaurante Koldo Royo, una muestra que pude verse
desde hace unos días y que permanecerá expuesta durante dos meses.
Koldo Royo es, además de un gran cocinero, un enamorado del arte,
un hombre que lo vive con pasión, que sabe disfrutarlo. Tiene una
magnífica y extensa colección de obras de artistas, en su mayoría,
relacionados con Mallorca.
Pero además, le gusta dar oportunidades a gente joven, a
artistas de calidad que luchan por abrirse un camino en este
difícil mundo. Hasta ahora había expuesto sus obras en el salón
principal del restaurante. Ahora ha ido un poco más allá y ha
habilitado los dos lavabos del local para crear un curioso espacio
expositivo. El pintor argentino Fernando Savino se ha encargado de
«inaugurarlo» con una exposición que ha titulado con una buena
dosis de humor «La gran muestra en el váter».
«La idea surgió cuando Koldo me ofreció exponer en el
restaurante. Pero no encontrábamos un sitio adecuado para mi obra.
Cuando me ofrecio los lavabos no lo dudé. Me pareció un lugar
cómico, una idea con la que se desacralizaba el espacio de la
pintura, que siempre se tiene que contemplar en serios museos y
galerías», dice el artista. «Es un sitio donde la gente tiene
tiempo y se fija en lo que hay. Además, la obra de Savino es muy
adecuada, porque es de formato pequeño, para mirar de cerca», añade
Koldo Royo.
Fernando Savino expone una obra de iconografía inspirada en el
cómic, de narración sencilla y redundante, urbana, llena de humor.
Una obra tridimensional, con relieve, pero en la cual sus figuras
no están en ningún ambiente, sino que flotan sobre una superficie
en la cual se reflejan sus sombras, que culminan la historia. Una
obra que recuerda al también argentino Antonio Seguí, aunque el
artista asegura que «no conocí la obra de este artista hasta mucho
después».
Fernando Savino lleva ocho meses en Mallorca. Pintor reputado en
su ciudad, Córdoba, y profesor de pintura, salió de Argentina
huyendo de la situación. Ahora empieza de cero. Trabaja en un bar
seis días a la semana y, el resto, lo dedica a la creación
artística. «Soy un artista de un lenguaje extraño. Cuando estudiaba
en la academia me decían que mi obra era demasiado ilustrativa y de
humor; y cuando hacía algo para una revista de cómics me acusaban
de ser demasiado artístico».
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